Cómo cambiar de banco

Cómo cambiar de banco

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Cómo cambiar de banco

Cambiar de banco puede dar pereza o parecer muy complicado pero si no estamos conformes con nuestra entidad no hay motivo para no valorar el cambio. Hacerlo no es tan difícil como puede parecer. Confiamos en que el cambio sea siempre hacia LABORAL Kutxa, pero en cualquier caso queremos que estés bien informado.

Repasamos qué pasos habría que seguir:

Las condiciones de nuestra cuenta actual: Es posible que hayamos firmado algún tipo de permanencia con nuestro banco que debemos conocer antes de iniciar cualquier trámite con otro banco o caja. Si tenemos alguna vinculación importante con la entidad, como una hipoteca, cambiar de entidad es una decisión que requiere más trámites y conlleva más molestias y gastos, por lo que tendremos que sopesarla más detenidamente.

Valorar las condiciones que nos ofrece la nueva entidad: ¿Qué comisiones pagaremos por el mantenimiento de la cuenta, por usar las tarjetas y por las operaciones que realizamos con mayor frecuencia? Es una pregunta importante pero no la única que conviene tener en cuenta para decidirnos. Hay otras tan o más importantes. Por ejemplo, ¿tenemos una sucursal cerca? ¿Abre alguna vez por la tarde? ¿Qué red de cajeros tiene la entidad cerca de nuestro trabajo o nuestra casa? ¿Cómo es el servicio de banca online –si lo tiene– o banca telefónica que nos ofrece? ¿Nos brinda algún otro servicio que nos interese, como especialistas en seguros o pasarelas de pago para clientes? Trato personal, disponibilidad, flexibilidad… lo mejor es valorar todos esos criterios en función de nuestras necesidades y no mirar solo el corto plazo, las ofertas puntuales o un único criterio, como el de las comisiones.

Nómina y cobros: Si vamos a cambiar de banco, hay que avisar a nuestra empresa para que nos ingrese la nómina en la nueva cuenta corriente. Si somos profesionales o autónomos y emitimos facturas a cobrar en la cuenta, tendremos que indicar el cambio en las facturas y avisar del mismo a los pagadores.

Domiciliaciones: Hay entidades bancarias que se encargan de domiciliar todos nuestros recibos cuando abrimos una cuenta. En caso de que no sea así tendremos que hacer una lista de todos los gastos que tenemos domiciliados en la cuenta que vamos a cerrar. Los más habituales son los del hogar (luz, agua, calefacción, impuestos municipales, recibo de la comunidad de propietarios...), los del coche (seguro, impuestos) y los asociados a las comunicaciones y al ocio (teléfono, internet, cuotas de gimnasio…). Como no todos los recibos son mensuales, conviene echar un vistazo a los movimientos del último año para no olvidarnos de domiciliar recibos tan importantes como el impuesto sobre bienes inmuebles que cobran los ayuntamientos anualmente.

Tarjetas y otros servicios asociados a una cuenta bancaria: Seguramente la cuenta tendrá asociadas tarjetas de crédito o débito. No conviene cancelarlas sin tener antes las tarjetas nuevas. Lo mismo ocurre con servicios como, por ejemplo, el pago automático de peajes de autopista. Si tu entidad bancaria actual te ofrece este servicio y lo usas a diario, contrátalo en tu nueva entidad antes de darlo de baja. Así, no tendrás que prescindir de sus ventajas en ningún momento.

Cancelar la cuenta: Es importante recordar que tener una cuenta sin saldo no equivale a cancelarla. Si nos limitamos a dejarla sin saldo acabará en números rojos cuando la entidad bancaria cargue los gastos de mantenimiento habituales. Por tanto, una vez hechos todos los trámites con la nueva entidad hay que ir a la antigua y anularla por completo. El banco nos entregará la documentación que certifica la cancelación y es probable que nos cobre una comisión por cancelación. Lo dicho: no es buena idea saltarse el trámite de cancelación por ahorrarnos la comisión porque, a la larga, tendríamos que pagar los gastos de mantenimiento y los intereses correspondientes al descubierto.


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