«Hay que echarle azúcar y sal a la literatura infantil, ambas en su justa medida»
22-12-2023
«Hay que echarle azúcar y sal a la literatura infantil, ambas en su justa medida»
Ha desarrollado una prolífica carrera de 25 años en la literatura. Ha hecho traducciones y ha escrito obras de teatro, relatos y más de una docena de novelas. Ha conseguido numerosos premios, muy variados, y no de cualquier tipo. Los dos últimos han venido seguidos. En 2023 ha recibido por primera vez el Premio Nacional y por quinta vez, el Premio Euskadi. Ha sido con Zerria, una obra dirigida a los jóvenes, colectivo que la literatura vasca ha olvidado tantas veces y que tanto necesita. También cuenta con dos Premios Lizardi, Augustin Zubikarai, Mikel Zarate, Ala Delta, Ciudad de San Sebastián y tantos otros. Y no han sido solo concursos, con novelas como Mundua lo dagoen bitartean (Mientras el mundo duerme), y en especial, el exitoso long seller Eztia eta ozpina (De hiel y de miel), ha ganado lectores para sí mismo y para la literatura en euskera. Sin abandonar el realismo, ha escrito novelas mágicas como Joan, ha colaborado con artistas de todo tipo; ha utilizado la música, las ilustraciones, el vídeo y las fotografías para crear libros hermosos, sorprendentes y transmedio. No se ha rendido, sin renunciar a su aristocrática sensibilidad artística, con profesionalidad, se ha empeñado con la ética obrera de un artesano en seducir, conquistar y ganar a los lectores vascos una y otra vez. Y una y otra vez los ha seducido, conquistado y ganado. En sus libros nos ha acercado África, ha convocado los misterios de la noche y nos ha traído los perfumes de Oriente, apoyado en dotes insólitas entre nosotros: sensibilidad, sensualidad y carisma. Es un placer tan inmenso leer lo que escribe como escucharle cuando habla de literatura, de su oficio y de su vida. De joven, cuando decidió recuperar un euskera a punto de desaparecer, Patxi Zubizarreta seguramente no se lo imaginaba, pero con el tiempo escribiría en la lengua de sus antepasados algunas de las páginas más bellas de la literatura vasca contemporánea.
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IRATI JIMÉNEZ (LABORAL Kutxa). Patxi Zubizarreta nació en 1964 en Villafranca de Oria, posteriormente llamada Villafranca de Ordizia, es decir, en la actual Ordizia; aunque como él mismo ha recordado, vive en la ciudad donde un italiano, Nicolao Landucchio, publicó el primer diccionario de euskera. En una ciudad que esta mañana gris de noviembre aún no tiene energía para desprenderse de la oscuridad de la noche y de la niebla de la madrugada, en Vitoria-Gasteiz. Y es que allí encontró otro ambiente, otro País Vasco y otras libertades. Allí terminó Filología Vasca y allí aprendió a escribir. Aprendió a hacer literatura como todos los compañeros de su generación, leyendo, estudiando a los clásicos, por su cuenta.
PATXI ZUBIZARRETA. Estaba fascinado, en cierto modo tenía orgasmos estéticos con el lenguaje. Cuando escuchaba a mi abuelo hablar o iba a Sumbilla a aprender euskera. Y eso está muy bien pero al euskera no se le puede tener entre algodones. Y eso me apena, haber sido demasiado místico o idealista en mi juventud.
El euskera lo perdimos, como muchos de nuestra generación. Mi abuelo de Ataun no sabía castellano y en ese momento yo no sabía euskera. Me aumentaban la paga si hablaba en euskera. Así que parece que fue efectivo. Y la literatura sí, pero sí, yo escribía mis diarios. Diarios y esas cosas. Y no sé, quizás porque nací en Ordizia, y allí, no sé cómo decirlo, el conflicto estaba en plena ebullición. Vivía a la altura de las vías del tren, o sea, donde las barricadas. Vivía al lado de la carretera principal, o sea, donde las barricadas. El cuartel de la Guardia Civil, aquel ambiente, fue para mí un descubrimiento. Me sentía analfabeto, desde el punto de vista histórico. Al ir al dentista a Hendaya descubrí que eso también era Euskal Herria. En la escuela nos decían justo lo contrario, que Gipuzkoa era la provincia más pequeña de España. Así que fue todo un descubrimiento. Y creo que fuera una manera de percatarme del asunto.
Ya en la universidad, estando aquí en Vitoria, saqué mi primera novela. Una novela malísima. Pero... uf. Precisamente por eso. Porque de esa especie de embriaguez apenas se puede sacar algo decente. Pero voy a decir dos cosas. La primera, que entonces descubrí África, por decirlo así. Porque fui a Marruecos en autobús, en un autobús con literas, yo solo.
IRATI (LK). Y fue así...
PATXI. Sí, entonces ese viaje me marcó muchísimo. Y luego, pues la novela era mala, porque quería mostrar cuánto sabía, cuántos sinónimos que le había escuchado a mi abuelo, cuántos escritores había leído, parecía un diccionario, es una novela insoportable. Todavía ahora intento robar algo.
IRATI (LK). Esa obra que publicó en 1989 no la hemos leído y no sabemos si efectivamente su primera novela fue un fracaso, pero si fue el primero, aquel fue el último. Eztia eta ozpina (De hiel y de miel), (Atlas sentimental) Atlas sentimental, Joan, 50, Hiru gutun Iruñetik) Tres cartas desde Pamplona, (Mundua lo dagoen bitartean) Mientras el mundo duerme. Ha escrito novelas hermosas y a menudo memorables. Una titulada 1948ko Uda (Verano de 1948) es la que le cambió la vida. Hace 30 años. En 1993 ganó el Premio Bapore con ese libro y, empujado por el millón de pesetas del galardón, dejó las clases que impartía en Cambo-les-Bains y pasó de ser profesor a escritor. Patxi Zubizarreta hizo la elección decisiva de vivir de escribir de forma no del todo consciente. No se arrepiente y el resultado ha sido profuso literariamente, pero él reconoce que el camino no ha sido fácil.
PATXI. He pasado momentos muy malos y en casa siempre me recuerdan que las listas de educación siguen estando ahí para volver al instituto o a las escuelas de idiomas. Pero ya a esta altura de mi vida me gustaría seguir y luego ya quizás jubilarme. Pero sí que recuerdo momentos muy malos. Como cuando cerraron Alberdania, por ejemplo, donde había publicado Eztia eta ozpina. Afortunadamente, volvieron a abrir tras aquel paréntesis, pero fue terrible. Con el diez por ciento, sobre todo durante la crisis económica. He vivido también rachas buenas y luego he tenido momentos en los que me he replanteado todo. Hacer una media jornada o algo así. Y aún así he aguantado, hasta ahora. Es verdad que he aguantado prostituyéndome. Es que es verdad. Con mucho trabajo precario, haciendo un buen trabajo pero muy mal pagado, un artículo a 35 euros menos el IRPF y así. Y para mí es una pena que ahora que estoy a punto de cumplir 60 años tenga que presentarme a becas y demás convocatorias. Es humillante para mí, pero también es una lección de humildad, es lo que me ha tocado y también estoy contento. Soy un privilegiado, a pesar de todo.
IRATI (LK). Para el público que constituye el pueblo salvaje de la literatura, para la nación libre de lectores, también es un privilegio leer a un escritor como Zubizarreta. Una persona profesional, sensible, humana, y que siempre cuenta historias interesantes. Un escritor muy leído y multipremiado. Ha recibido el premio Lizardi en dos ocasiones, en 1991 por primera vez, y 30 años después por segunda vez, en el 40 aniversario del certamen. Con la pieza teatral Ohe desegiñak (Camas deshechas) consiguió el premio Ciudad de San Sebastián en 2008, y hace dos años le concedieron la beca Augustin Zubikarai para escribir la novela Loak ezkutatzen duena (Lo que el sueño esconde). Y si ha conseguido importantes reconocimientos con libros para adultos, no es nada comparado con lo que ha conseguido con libros para niños y jóvenes. Ha ganado los premios Bapore, Ala Delta, Labaien y Mikel Zarate, y ha sido galardonado con cinco Premios Euskadi y el Premio Nacional de Narrativa.
PATXI. Y sin embargo, como tú has dicho, parece que he ganado muchos premios pero son muchos más los que no he ganado. Por ejemplo, en el Premio Nacional he estado finalista varias veces y recuerdo que, en una ocasión, me quedé muy cerca y ganó Elvira Lindo con Manolito Gafotas. Es que es difícil de valorar. Manolito Gafotas o Atlas Sentimentala, esa era la cuestión. Ahí importa el jurado. Hay diferentes sensibilidades, muchas veces es cuestión de suerte. A menudo...
IRATI (LK). Los premios son buenos para la editorial, porque ayudan a dar a conocer los libros. Son buenos para los libros, porque pueden rescatarlos del olvido. Y buenos para el escritor, por supuesto, los premios y las becas pueden ser decisivos para seguir escribiendo. Pero a la hora de juzgar su valor literario, Zubizarreta los relativiza. Cuando los libros son buenos difícilmente se puede decir este es el mejor, luego está este, luego el otro... Como en una carrera de caballos. Aunque, bueno, con los premios que ha recibido este año él se ha sentido un poco así, como en una carrera de caballos.
PATXI. Así que eso también hay que relativizarlo. Creo que nos tienen que ayudar a ir más tranquilos, me han desubicado un poco. A veces, me sentía en el Grand National...
IRATI (LK). Como un caballo.
PATXI. Como un caballo. Porque, una vez, tras el tiro de salida, un jockey empezó a ir por delante de todos, en cabeza, y empezó a coger ventaja y a ir ganando, pero no se había cuenta de que se había suspendido la carrera porque un caballo no había salido.
IRATI (LK). Y él creía que estaba ganando.
PATXI. Creía que estaba ganando. En ese momento, su caballo ya no estaba para volver a correr, ¿no? Pues ese es el riesgo que creo que tienen los premios.
IRATI (LK). Los escritores tienen muchas veces manías, costumbres o algún ritual para escribir. Zubizarreta tiene el suyo propio. Escribe a mano, con una caligrafía preciosa. Fuera de casa, siempre. Preferiblemente en una biblioteca. Últimamente, en la de la casa de cultura Ignacio Aldecoa. Le gusta escribir rodeado de libros, y de gente, sobre todo de gente.
PATXI. Puedo escribir en cualquier sitio. Siempre que no suene reguetón o Bisbal o música. Y, sobre todo, si no hay máquinas tragaperras, porque me desconcentran. Además, mientras estoy escribiendo en una cafetería me fijo en el abuelo que empieza a ligar con la camarera, en qué grafiti hay en el baño... Relativizo el momento de la escritura, necesito mi rincón. Y además muchas veces solo escribo una hora, una hora y media. Me paso más tiempo leyendo, traduciendo, viendo películas, yendo al teatro... Eso, sí, necesito el papel y pluma. Tengo una pequeña pluma Mont Blanc muy diferente a las que usan los políticos, porque ellos usan unas muy gordas, muy caras.
IRATI (LK). Muy gordas, sí.
PATXI. La mía vale 200, 300 euros. Es cara. Pero era mi sueño. Porque siempre me compraba unas malísimas. Y tengo tintero. Como en una inyección, se carga a través de un émbolo. Y entonces, en el papel, cuando estoy escribiendo en un buen papel escucho, cras, cras, cras.
IRATI (LK). Y vuelves atrás muy poco, si no me equivoco.
PATXI. Sí, sí. Normalmente lo que escribo hoy, una página, por los dos lados, lo corregiré mañana a lápiz. Y escribo otra página.
IRATI (LK). Página a página, Patxi Zubizarreta ha conformado una hermosa literatura que celebra los placeres de la vida, a menudo sus mieles, sus penas, sin olvidar ni una sola vez su hiel. Tiene una mirada poética, un estilo sofisticado que se lee con gran placer y un asombroso conocimiento del euskera. En sus libros se cuentan cosas, no son demostraciones formales, su lenguaje nos puede sorprender, seducir, embriagar pero no molesta, tiene el buen gusto de evitar barroquismos, además de una gran sensibilidad, oído fino y mucha capacidad de escribir para el oído. Admirador confeso de la literatura oriental, procura escribir para el oído de los lectores, con todos los sentidos y para todos los sentidos.
PATXI. Otra de las cualidades de Sherezade es la oralidad. Mis textos están hechos para ser leídos. Es una voz que hay que escuchar, ¿verdad? Creo que es muy importante. El lector tiene una voz. Un amigo me contaba que su hija le dijo una vez al llegar al instituto, "papá, ya no oigo la voz cuando leo libros". Antes, cuando era pequeña, sí que escuchaba una voz todo el rato. Y cuando empezó a leer en el instituto con la metáfora, la estructura, dejó de escucharla, no tenía encanto. Yo creo que esa voz es muy importante. A mí la literatura oriental y Sherezade me han enseñado que en la literatura occidental, en general, hay mucha belleza, pero que es muy racional. Muy cartesiana. Pienso, luego existo. "En nuestros libros son acotaciones", le respondió, argumentó, concluyó, y continuó diciendo "¿lees a Naguib Mahfuz?" y dice "ven aquí, con una mirada de deseo". Los ojos hablan. Y es más, son sensaciones. Siento, luego existo. Me enfado, luego existo. Sudo, luego existo. Y los colores. Sarri también decía que durante mucho tiempo la literatura vasca fue en blanco y negro. Luego está Koloreak euskal usadioan, (Los colores en la tradición vasca) de Patziku Perurena, donde vemos cómo trabajar los colores, esa sensualidad... con temas que me apasionan. No sé. Una literatura árabe en este sentido. Fatima Mernissi, Naguib Mahfuz, Abdellah Taïa…
IRATI (LK). Los olores...
PATXI. Los olores, sí. Sin idealizar. Porque hay cosas que no me gustan. Porque cuando voy allí, las veces que he ido, hay cosas que me horrorizan, como aquí. El sistema político que tienen en Marruecos, por ejemplo. Pero luego mi experiencia ha sido muy buena. Me gustaría traer ese espíritu aquí.
IRATI (LK). En los últimos 50 años, la literatura vasca se ha enriquecido con tradiciones de todo el mundo, Sarrionandia llevó Camelot a Durango, Atxaga trajo Hamburgo a Obaba, Joan Mari Irigoien fundó Babilonia en Gipuzkoa. Con Patxi Zubizarreta la literatura vasca se ha trasladado al norte de África, ha descubierto Asia, ha viajado hasta Oriente; y le debemos el zoco, el palacio del sultán, y el harén de sus esposas. Y algo más, muy importante, habernos acordado de un público al que hemos olvidado demasiadas veces, y escribir para ellos. A Patxi Zubizarreta le debemos lectores jóvenes.
PATXI. Son los lectores del futuro. En realidad, yo creo que hemos hecho cosas muy bonitas. Empezando por Mariasun Landa, Anjel Lertxundi, Jose Antonio Ormazabal... y luego hemos sabido continuar con todo ello, pero no sabemos cómo acertar cuando pasan a la ESO. Qué escribir ahí. Cómo engancharles.
IRATI (LK). No es fácil.
PATXI. No es fácil. Cómo hacer oír esa voz. Ahí es necesaria la complicidad del profesor. El sistema está bastante viciado. Álbumes para los niños pequeños, libros muy bonitos. Papel, ilustraciones. Luego para los adolescentes los ponen en blanco y negro. Ya no hay dibujos. Siempre hay cómic pero creo que se queda corto, tanto por parte de la originalidad como por parte de variedad de propuestas. Las editoriales están acostumbradas a un número de caracteres y a las características de cada colección... Por ejemplo. Porcus es literatura juvenil. Y mucho más, pero así está considerado. Contiene ilustraciones de Antton Olariaga, aunque para los jóvenes no suele haber ilustraciones. Y saldrá en castellano en Edelvives sin las ilustraciones porque así lo exige la colección. Les pedí y les rogué que al menos la portada la hiciera Antton. Pero aún no he recibido respuesta. Así que es muy importante. El niño es como el papel de seda y cualquier cosa le deja marca. Creo que es muy importante qué marca, en qué camino le acompañamos. Y, sin embargo, creo que la literatura va más allá. Cuando antes se contaban cuentos, en tiempos de Sherezade y en tiempos de Joxe Arratibel o Maddi Ariztia, el público era uno y ahí entraban todos. Cada uno lo entendería a su manera, ¿no? Muchos dicen, y es algo que yo comparto, que la literatura infantil es aquella que también pueden leer los niños. Es decir, yo creo que muchos padres ven anda, qué cosa más bonita.
IRATI (LK). Ellos también se quedan fascinados, ¿no? Sí, sin duda.
PATXI. También hay cosas chapuceras eh. El rollo Walt Disney. El azúcar... yo creo que hay que introducir el azúcar y la sal desde la literatura infantil. Las dos en su justa medida.
IRATI (LK). Como ya hemos comentado antes, el título de su novela más exitosa es significativo, ya que en su opinión, igual que en la vida, la literatura también necesita de su miel y hiel. Si todo es miel, lo que contamos no es verdad, no es real, no es vida. Y no vale como la preparación para la vida. Y esa literatura infantil es, a juicio de Patxi Zubizarreta, una preparación para la vida, o al menos eso debería ser.
PATXI. Sí, es una preparación. Yo creo que la literatura es una preparación, una preparación para la vida. La literatura misma es un pequeño sostén, una pequeña luz. Creo que se está banalizando un poco la literatura infantil. Es decir, como literatura, en general. Planeta es el mejor ejemplo de ello. Pero, es que sí, las historias son pobres, con muchas ilustraciones pero que no dejan huella. Aunque estén en papel de seda. Van a ser leídas y olvidadas. También ahí necesitamos lectores hábiles, y buenos profesores y cómplices.
IRATI (LK). Escribir para jóvenes no es fácil. Cuando hace literatura para adultos, el escritor se dirige a gente de su misma edad. Y con estos lectores comparte muchas cosas, inquietudes, responsabilidades, costumbres, experiencias, pasado. Sabe cómo son sus lectores. Pero los jóvenes cómo son, qué hacen, qué les interesa, cómo hablan, y cómo hay que hablarles. Zubizarreta ha dicho muchas veces que hay dos tipos de palabras, las de noche y las de día, y para hacer literatura para jóvenes hacen falta las que más le faltan a la literatura vasca, las de noche.
PATXI. En el fondo, creo que la literatura, como decía Gustavo Martín Garzo, existen dos tipos de palabras, las de día y las de noche, y las de día son las de Gaza, las del precio del pan, y las de Ucrania, las del nuevo gobierno; y las de la noche son las de las obsesiones, las de los sueños, las de las pesadillas, y las sentimos como adultos o ancianos, o como jóvenes. El miedo, cuando sentimos un dolor en el cuerpo, por qué será. Cuando vemos a alguien muy enfermo a nuestro alrededor. Es realmente muy interesante en el recorrido existencial la literatura...
IRATI (LK). Cómo sentimos la literatura.
PATXI. Sí, también con humor. Por eso diría que mis libros están llenos de ecos. Está Fátima Mernissi, está Ana Gavalda, pero algunos libros, no la propia escritora idealizada. Sueños en el umbral, por ejemplo, de Fatima Mernissi. Es un relato sobre una mujer que vive en un harén. No sé, el marido tiene siete esposas, y está todo cerrado. Porque en el mundo árabe la realidad también es fea vista desde fuera, pero en su interior hay palacios y mansiones.
IRATI (LK). Como en los seres humanos.
PATXI. Eso es, pero hay que buscarlo.
IRATI (LK). Y la literatura puede hacer ambas cosas. Puede ser un instrumento para que veamos la fea realidad del exterior, y nos enfrentemos a ella, o puede crear palacios en nuestro interior y mansiones en el alma, para que nos refugiemos en esa belleza, y salvemos la vida como hizo Sherezade. Puede hacer todo eso, y nuestro invitado cree que debe hacerlo. Relatar en qué mundo vivimos y ayudarnos a vivir en ese mundo. Él lo cuenta mejor, a través de historias maravillosas, utilizando la literatura.
PATXI. El filósofo esloveno Žižek hablaba de ello. Él lo contaba en forma de chiste. Un preso fue enviado a Siberia y dijo a sus amigos, a la hora de despedirse, que intentaría escribir cartas. A mí me encantan las cartas, el género epistolar. Y lo mandaron a Siberia, en muy malas condiciones, a una cárcel muy severa. Y les dijo "bueno, usaré tinta azul para decir la verdad". Sé que habrá censura, como en todas las cárceles. Así que si las cartas están escritas en tinta roja no os creáis nada. Y poco después sus amigos recibieron una carta escrita con tinta azul: "La cárcel no está tan mal. Nos dan carne una vez a la semana, pescado una vez a la semana, podemos ver películas, una vez a la semana vienen las chicas del pueblo a bailar. La única pena es que no hay tinta roja". Por lo que, una vez más, todo es completamente mentira. Pero la literatura debe revertir un poco esa situación. Porque realmente el panorama es tan... entonces no sabemos muy bien qué tipo de tinta usar, precisamente porque las palabras están ya muy gastadas.
IRATI (LK). En 2010, Patxi Zubizarreta publicó la novela Joan: Hartzak, erlojuak eta beste piztia batzuk (Joan: Osos, relojes y otras bestias), con un DVD con 5 fados escritos por Joserra Senperena, con la voz de Maddie Oienart, y 5 vídeos inspirados en esa música, con instantáneas del fotógrafo Thomas Canet en los escenarios donde sucede la novela, en Granada, Lisboa y Zuberoa. También se podía escuchar el cuento que ponía fin a la novela, en la emotiva voz del locutor Martín Tejería. Zubizarreta ha intentado muchas veces hacer este tipo de cosas, poner en contacto la literatura con otras artes y colaborar con artistas de otras muchas disciplinas. Para ofrecer algo más a los lectores, pero no solo por eso.
PATXI. Fue, sobre todo, una elección muy egoísta. Me acuerdo que volviendo de la feria de Durango estuve escuchando el disco Mandarin Dotorea de Joserra Senperena, y me quedé fascinado. Y pensé en llamarle para colaborar, y así fue. Oír un piano a tu lado, sentir cómo te entra el tembleque en las piernas... es increíble ese escalofrío, ¿verdad? Y creo que ese vicio me vino de la literatura infantil. Porque ahí trabajé con ilustradores, Elena Odriozola, Jokin Mitxelena...
IRATI (LK). Ilustradores maravillosos...
PATXI. Muy buenos. Historietistas... Y además los historietistas son mucho más alegres que los escritores.
IRATI (LK). Sí... sí.
PATXI. Los escritores somos más rígidos, más tristes. Me lo pasaba muy bien con ellos. Era una fiesta de creatividad, y siempre salían ganas de hacer un próximo libro. Así que ha sido un vicio que me ha sobrevenido espontáneamente.
IRATI (LK). Tendremos que decir un vicio alentador, un vicio que da alegría de vida.
PATXI. Una palabra que me ronda desde hace ya tiempo, más que Gaza y Ucrania, es la jubilación, yo estoy ya aburrido. Entonces, gente como Antton Olariaga y Antton Valverde, jo, es la que me da ganas de vivir. Yo no quiero jubilarme, no quiero jubilarme. No sé. Cuidado, no querría decir como Delibes, jo, he pasado demasiado tiempo escribiendo en mi vida. Cuando ya tenía sobrinos decía, jo, he pasado demasiado tiempo entre libros, tenía que haber vivido más, ¿no? Pero eso es lo que me han traído.
IRATI (LK). No llevamos demasiado tiempo, sin todo lo contrario, pero llevamos casi una hora hablando de literatura hasta ahora con el Patxi Zubizarreta escritor, pero también hay otro Patxi Zubizarreta, excelente traductor de Marilar Aleixandre, Abdellah Taïa, Naguib Mahfuz y tantos otros, que gracias a las traducciones de El Principito y Urrezko giltza (La llave dorada), aparece en la lista de honor de la Organización Internacional de Literatura Juvenil. Mila eta bat gauen gauak, Malenkonia arabiar bat, (Las noches de las mil y una noches, Una melancolía árabe) y otros muchos textos que tanto ama con los que dice haber aprendido a traducir. Que sea para traer al euskera textos de todo el mundo, y textos tan queridos, le parece un regalo.
PATXI. Y muestra interés por el otro, por fin. Y luego hay otra diferencia, y es cómo nuestras obras también han sido traducidas a otras lenguas. Acabo de estar en Trieste, y en Polonia, en la ciudad de Gdansk. Entonces, poder leer nuestros libros en Eslovenia, o en Corea del Sur, o en Londres, leer nuestros libros en euskera e inglés, y en Fráncfort, en euskera y alemán... es un privilegio.
IRATI (LK). Ha repetido muchas veces a lo largo de la entrevista lo que demasiadas veces se nos olvida, que a pesar de las dificultades, todos nosotros somos unos privilegiados.
PATXI. Asocio mi trabajo a los sentidos, mi trabajo propio, pero creo que recibí una lección que también me marcó mucho. Cuando era muy joven conocí en la escuela Amaraberri a una niña que era ciega. Había leído mi libro en braille. Y pensé, ¿qué percepción tan diferente, no? Y aquella chica me regaló un dibujo. Esa chica ciega. Un solo dibujo. Ella nunca había visto una golondrina, me dibujó los protagonistas de mi libro en papel cebolla, con un bolígrafo viejo, apretándolo contra el papel y sin tinta, que es como mejor lo leerá un ciego, y he aquí que, con el tiempo, volví a contactar con esa chica, con Malen. Al final creo que muchas veces los ciegos somos nosotros. Que no vemos las cosas, que somos unos privilegiados, en general, en esta vieja Europa, en Euskal Herria. Y que no apreciamos las cosas que tenemos, los avances que hemos conseguido. Creo que el escritor en general es un poco llorica y hasta Niko Etxart decía, el viejo rockero, que no tenemos derecho a quejarnos. Luego nos quejaremos, pero al menos no ante la gente. Seamos corteses, elegantes. Y otra palabra muy importante para mí es cortesía. No aburramos. Si alguien ha hecho el esfuerzo de venir a vernos, lo mismo cuando somos espectadores que cuando somos oyentes.
IRATI (LK). Ha pasado más de una hora desde que nos encontramos frente a la oficina de LABORAL Kutxa en la Calle Dato de Vitoria-Gasteiz, cuando entramos y nos quedamos sorprendidos por la espectacular vidriera que ocupa el techo de la sala principal de la oficina. Desde entonces hemos estado en una pequeña sala de reuniones con paredes de cristal que da a la parte trasera del edificio, a un patio mucho más grande de lo que uno se imaginaría. En el centro, un asiento de piedra, también muy grande, con dos brazos, creando una circunferencia. Es un lugar precioso para estar con un escritor que nunca se ha rendido en la búsqueda de la belleza y para tener una larga charla que se nos ha hecho corta. Además de cortés, esta mañana de noviembre Patxi Zubizarreta ha sido profesional, afable y generoso, como siempre. Ha respondido a nuestras preguntas con sinceridad, nos ha hablado con dulzura, nos ha contado anécdotas preciosas, como si fueran cuentos, con ese toque de magia que siempre tienen los narradores hábiles. Cuando hemos salido de la oficina, con el cielo despejado, las calles brillantes, sin niebla, la ciudad nos ha parecido un poco más bella y el mundo un poco más amable. De camino a casa hemos pensado en lo importantes que son los buenos escritores y lo buenos que son los buenos libros, lo increíble que es encontrar a gente que nos hable bien y el bien que eso nos hace, lo bien que hace sentirnos.
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