“Para un escritor mirar y escuchar es fundamental”

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Anjel Lertxundi, escritor

Andu, su mote, le viene del caserío Aranduru, propiedad de su padre. Se trataba un niño de la calle más que de caserío o más bien un niño que vivía entre los dos mundos, ya que pertenecía tanto al pueblo como al caserío. El escritor de diversos libros para jóvenes y niños (Hamaisegarrenean aidanez, Otto Pette o la serie Madame Kontxexi Uribe) y, entre otros, el creador principal del idioma utilizado en Goenkale (goenkalera) nació en la última casa de la Goiko Kalea de Orio, no muy lejos del monte, del pueblo o del mar. Comenzó su andadura literaria muy cerca de los escritores Aresti o Saizarbitoria, que ya es mucho decir, y en los últimos 50 años ha escrito con estilo elegante varias de las páginas fundamentales de la literatura vasca contemporánea. Aunque nacido en Orio, Anjel Lertxundi nos ha recibido en Zarautz, el que ha sido su pueblo desde que tenía 9 años, en una mañana lluviosa de invierno.

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ANJEL LERTXUDI. Y me entrevistaron a raíz de mi primer libro, creo, y me comentó que habíamos empezado unos cuantos escritores jóvenes, y mencionó a Ramon Saizarbitoria y no sé quién más, también Aresti, y me preguntó a ver cómo me sentía siendo uno de ellos.  Hasta entonces, no había ninguna tradición. Y, bueno, yo dije que me sentía como si estuviese diciendo palabrotas en una catedral.

Con 8-9 años. Llegué aquí cuando estaba a punto de cumplir los 9 años, y para mí, llegar a Zarautz fue como entrar en un nuevo mundo, a pesar de que también se hablaba en euskera. Para empezar, un pueblo… sus cuestas… la gente conoce Orio porque la parte de abajo lleva a la playa, y también conoce las nuevas casas, las casas construidas en los 50 últimos años. Pero no conocen la Goiko Kalea, ni las calles viejas de Orio, y es un paraje sin igual.

IRATI JIMENEZ (LABORAL Kutxa). Sí, es un pueblo precioso.

ANJEL. Entonces, cuando llego a Zarautz… veía a los trabajadores en bicicleta, en ese momento había muchísima industria, pero ahora ha desparecido. Para mí, ver a los trabajadores ir en bicicleta era un espectáculo.

iRATI (LK). Anjel Lertxundi nació en 1948, en el Orio que aparece en su mayor esplendor en su libro Goiko kale, pero con 9 años llego a un Zarautz plagado de bicicletas, y comenzó en la ikastola del pueblo su vida profesional, cuando la educación en euskera estaba dando sus primeros pasos. Habla con gran cariño sobre los años que estuvo en una ikastola de Donostia y en la escuela diocesana de magisterio. Tal vez esos años le proporcionaron la preparación necesaria para escribir con amor su literatura para niños y jóvenes. Y es que sus ganas de dedicarse a la literatura y a la lengua fueron su motivo principal para alejarse de la enseñanza.

ANJEL. Cuando dejé la enseñanza, tuve la oportunidad de pasar a la universidad a través de unos amigos. Y de pasar a la escuela de magisterio. Y mi mayor duda fue mi miedo, ya que le tenía miedo a entrar en la universidad. Tenía que empezar con la tesis en ese nuevo mundo, y luego todo lo demás. Y de lo que yo quería todo eso…

iRATI (LK). Se alejaba mucho.

ANJEL. … yo quería vivir de la lengua. No de la literatura. Y ya sabía que eso no era posible. Pero había otras opciones. Televisión, periodismo… había opciones. No muchas, pero bueno… y entonces, mi mujer y yo, un día, en casa, decidimos que haríamos una prueba. A ver qué tal. Fueron dos años duros. Hasta que se creó Goenkale. Y, además, mientras se creaba Goenkale yo estaba trabajando en otras cosas, y lo que me costaba, más que trabajar, era cobrar el trabajo que hacía.

 

 

iRATI (LK). No hace falta decir que la apuesta salió bien. Ya que Goenkale, la primera serie de ficción emitida a diario en euskera (y, por el momento, la única), se convirtió en un fenómeno, y Anjel Lertxundi encontró un trabajo que le dejó margen para escribir. Una gran oportunidad para poder dedicar tiempo a una afición que le venía desde pequeño.

ANJEL. Sí, yo descubrí el castellano cuando era pequeño. Y gracias a ello descubrí la literatura en general, ya que no tenía la oportunidad de acercarme a ella a través del euskera.

iRATI (LK). Claro. No había otra opción.

ANJEL. Eso es. Lecturas para niños y esas cosas. Inconscientemente, pero para mí eran dos lenguas totalmente distintas. Para nosotros el euskera era la lengua del día a día, en la que hablábamos, y la otra, la que a mí me gustaba, la literaria, estaba en los libros, y esa era el castellano. Pero no estaba en euskera. Y eso lo tenía muy claro. Y yo con 15-16 años escribía poesía. Poesía y teatro. Poesía en castellano. Y después de eso no la he escrito en euskera. Nunca he entendido la razón, pero no me sale. No me parece que lo que escribo sea natural.

iRATI (LK). Lertxundi es parte de una generación que tuvo que aprender a escribir en euskera. Tras un gran esfuerzo, y con gran voluntad, aprendió poco a poco a escribir en euskera. Tiene en mente que cada quince días venía un sacerdote vizcaíno vendiendo Zeruko Argia y Hauspoa, le decía qué leer y a cambio le explicaba las palabras subrayadas que no entendía en la lectura anterior. También recuerda la emoción que el teatro vasco le creó en relación con la cultura vasca, pero también la influencia que tuvo Jorge Oteiza en su labor en favor del euskera en aquel florecimiento de la cultura vasca.

ANJEL. Para mí fue increíble que una persona como Oteiza le diera tal importancia estética al euskera en Quosque tandem, a pesar de que el libro está en castellano. Y a mí eso me impactó mucho. Y más tarde Txillida siguió el mismo camino. Otro vasco más que no sabe euskera, pero que le dio ese algo al euskera. Y luego están esos grupos de teatro que se crean en Donostia, y los que están haciendo, una obra de Camus, mientras que lo que se está haciendo en Madrid llega a Donostia. Y luego está la historia de los músicos. Pero yo creo que cuando empieza eso yo ya estoy dentro de ese mundo. Estéticamente me parece fascinante. Diría que las ideas políticas estaban ahí, desde luego, pero diría que en mi trabajo tuvieron gran influencia los elementos estéticos.

iRATI (LK). Una influencia afortunada, podríamos decir, ya que Anjel Lertxundi es escritor y eso es una gran suerte para los lectores ya las lectoras vasca.  Publicó sus primeros trabajos (la narración Hunik arrats artean y la novela Ajea du Urturik) a principios de la década de 1970. Desde entonces ha escrito libros inolvidables para niños/as y jóvenes, pero también ensayos, narraciones y novelas que se han convertido en clásicos y han ganado varios premios. En 2010 obtuvo el Premio Nacional de Literatura de España en la categoría de ensayo, y para entonces ya contaba con el Premio Euskadi y el Premio de la Crítica Española. Este último lo consiguió gracias a una novela sobre la violencia ambientada en el mundo vasco rural, gracias a una novela inolvidable que estuvo elaborando internamente durante muchos años. Hamaseigarrenean, aidanez le surgió siendo muy joven, tras escuchar una anécdota real contada de boca de su padre.

ANJEL Pues yo creo que esa historia me creó las ganas de escribir cuando todavía escribía en castellano. Con dieciséis años.

iRATI (LK). Con dieciséis.

ANJEL. (Ríe) Sí, eso es. Nuestro aita, nuestro padre, vino a casa inquieto. Tuvo noticia de aquella historia. Es decir, de cómo murió el padre de Urtain. Y cuando me lo contó a mí, me creó un gran impacto, y después esa historia me venía a menudo a la mente. Y más adelante, antes de escribir el libro, pensé que tenía que ponerme seriamente a analizar cómo podía escribirlo. No encontraba el camino. Y no quería contar la historia de un harrijasotzaile, un levantador de piedras. No era eso. Quería centrarme en el clima de violencia reinante en los caseríos. Eso era lo que yo quería contar. Y una pequeña anécdota, de una pareja de Zarautz que conocía. Y tomando como referencia esa anécdota, pensé que tenía que contar la historia, pero desde el punto de vista de una mujer que está detrás de un hombre así. Entonces yo no sabía qué era el feminismo. Quería contar la historia desde el punto de vista, el sufrimiento y la esclavitud total de la mujer. Las peripecias están ahí, pero detrás se encuentra la mujer.

iRATI (LK). Es eso lo que refleja el nivel de violencia, ¿no?

ANJEL. Una persona que no huye de ese ambiente, porque ni siquiera se le pasa por la cabeza que pueda huir. Y era solamente eso, ya está. Y cuando tuve eso claro, que había tenido las escenas desde siempre de un modo u otro en la cabeza, de ahí en adelante ya lo escribí muy rápido. Diría que esa novela está pensada durante diez años.

iRATI (LK). Durante diez años.

ANJEL. Pensada durante diez años, y escrita en cuatro meses.

iRATI (LK). Una magnífica novela inspirada por la muerte violenta del padre del boxeador Urtain, la impactante novela que tiene ecos de la novela de Gabriel García Márquez “Crónica de una muerte anunciada”. Una novela que se llevó al cine. A los dos años de publicarla, Lertxundi dirigió una película bajo el mismo nombre. El director iba a ser Imanol Uribe, pero le surgió la oportunidad de dirigir otro clásico de los 80, La muerte de Mikel, y fue Lertxundi quien cargó con esa responsabilidad, según él mismo, por no saber decir que no.

 

ANJEL. Y justo cuando la película ya estaba pactada, el dinero lo ponía ETB, y cuando estaba en marcha, dijo que le había surgido eso, y que le dijeron los de la productora que habían quedado en eso y que no podían hacer nada, y entonces me vino a mí el productor y ya estaba todo preparado, por lo que el jefe de producción me dijo: tú conoces la historia, tú has estado haciendo todas las localizaciones.

iRATI (LK). Qué te cuesta, Anjel.

ANJEL. Tú has encontrado los actores, porque Kontxu y los demás no estarían ahí. Y le pedí 24 horas para darle una respuesta

iRATI (LK). ¿Cuántas necesitaste?

ANJEL. Creo que antes de irme de allí ya sabía que la respuesta era que sí. Y dije que sí, y viví esa experiencia.

 

iRATI (LK). No fue su única experiencia como director de cine. Dos años después se estrenó Kareletik, una película de ambientación marítima que contaba con Lertxundi como guionista y director. Trabajar en distintas disciplinas, ese trabajo conjunto que tanto estimamos en LABORAL Kutxa, le ha traído grandes beneficios a Lertxundi. Por ejemplo, nos cuenta que el cine cambió para siempre su manera de escribir.

ANJEL. Por ejemplo, el cine y lo que la cámara ve y no ve. Si has estado delante de la cámara, y has sido escritor, te das cuenta enseguida de lo que no recoge la cámara. Y eso nos lleva a reflexionar. Y, por lo tanto, yo siempre digo que desde que hice cine, siempre tengo la cámara encendida. Pero tengo que decidir en cada momento si lo hago con la cámara o si decido apartar la cámara.

iRATI (LK). Son dos ejercicios literarios totalmente distintos, ¿no?

ANJEL. Sí, y ese tipo de condicionante me gusta mucho. Y una vez tuve al mexicano, ayudante de dirección en Hamaisegarrenean. Tuvo que volver a Madrid. Quedaron unos pequeños trozos que dejamos para el final, una cosa relacionada con los juegos rurales, otra cosa de tres minutos, apuestas… cosas así. Para grabarlo tuvimos que ir a Azkoitia. Era algo muy rutinario. El trabajo que hace un periodista, al fin y al cabo. Eso fue lo que le comenté. Era una manera de decirle que no era nada complicado y que le agradecía todo el trabajo que había hecho hasta entonces y que me sentía capaz de hacerlo. Porque me había ayudado mucho. Y él me dijo lo siguiente: “nunca, nunca, nunca, digas que en tu trabajo una cosa es fácil”.

iRATI (LK). Muy bien dicho.

ANJEL. Y le dije que tenía toda la razón.

iRATI (LK). Muy bien dicho.

ANJEL. Toda la razón.

iRATI (LK). Lo que ha hecho no es nada fácil. Anjel Lertxundi es un miembro aventajado de una generación que ha sacado al euskera de una gran oscuridad. Una generación que vivió con preocupación la supervivencia del euskera. Dice con humor que ha hecho las paces con esa preocupación.

ANJEL. Mi preocupación desde hace tiempo es que yo mismo siga contribuyendo a su supervivencia, pero de alguna manera diría que, en otro momento, sin ningún tipo de sermón, como si tuviera un judeocristiano por detrás, con la preocupación de si sobrevivirá el euskera, etc., y como me dijo Juan Mari Lekuona: “pero hombre, por favor, estás haciendo todo lo que puedes, no te preocupes, hombre, estás haciendo lo que hay que hacer”.

iRATI (LK). Es un bonito consejo.

ANJEL. Ya lo estás haciendo, no te preocupes más.

iRATI (LK). No se puede pedir más.

ANJEL. Y, además, no lo puedes saber. No puedes saber si avanzará.

iRATI (LK). Me parece un buen consejo. Me gusta. ¿Le hiciste caso?

ANJEL. Lo de que no sabrás si avanza es de mi propia cosecha. Porque él era muy cristiano, así que supongo que pensaría que desde el cielo conoceríamos la respuesta.

iRATI (LK). Que ha realizado una gran labor nadie lo pone en duda. Ha sido columnista, periodista, guionista y director, y a su vez escritor de libros maravillosos. Lo guía un amor incansable hacia la literatura y la lengua, siempre atento al mundo y escribiendo en beneficio del sentido de la escucha, partiendo de eso ha creado su escritura de seda, su propia escritura, elegante a más no poder.

ANJEL. Para un escritor mirar y escuchar es fundamental. Por un lado, el lenguaje, pero también qué ves… siempre hay altibajos físicos y demás… y ves de nuevo algo que ya habías publicado antes, y lo que aparece ahí es el eco de un recuerdo de la infancia. Pero no te habías dado cuenta mientras lo escribías. Hay una gran parte de tu vida, que has visto… será una historia, que tú mismo has creado, y quieres llevarla desde aquí hasta aquí. Entonces es cuando empiezas a trabajar, tu trabajo de orfebre, pero lo que está detrás es lo que sale y que tienes en tu interior, que sale sin querer, ya que no sabes cuál es el motivo.

iRATI (LK). Aprovechando la ventaja que le da saber hablar en euskera, castellano, francés e italiano (e inglés a medias), Lertxundi se ha lanzado a inventar palabras que el euskera necesitaba, sin perder autenticidad, pero creando neologismos. No es fácil encontrar a gente que conozca mejor que él el euskera y su situación sociolingüística. Por eso sabe de qué habla cuando dice que tenemos que andar con cuidado en nuestra obsesión por la corrección del euskera.

ANJEL. El corrector es totalmente imprescindible en nuestro idioma… En lo que tiene que ver con la lengua siempre hay correctores. Y en nuestro caso es fundamental. Pero una cosa es la corrección, y otra la originalidad. Porque si llevas la corrección contigo, y en el caso del euskera tenemos ese peligro, está el peligro de que todos hagamos algo muy similar. Y si yo llevo mi lenguaje particular a Euskaltzaindia, es totalmente lícito, aunque nadie los utilice, pero la gente los conoce, y por qué he de excluir yo las palabras que son mías o las que me hacen sentir mucho más cómodo, o lo que es más adecuado para mi personaje.

iRATI (LK). Ya. No se pueden perder la flexibilidad, el color, la expresión, la fuerza o la magia en nombre de la corrección, ¿no?

ANJEL. Sí, eso es. Yo tengo mucha costumbre, y depende de lo que esté escribiendo. Si es un artículo formal, seguramente no ponga “segitu”, sino “jarraitu”. Pero siempre está ahí nuestra tendencia a la pureza, a eliminar “segitu”, “pasatu” y similares, y son parte del euskera, al igual que los demás. ¿Por qué los tenemos que abandonar?

iRATI (LK). Como nuestro propio invitado nos cuenta, la corrección no puede pisotear la lengua. Quien escribe necesita libertad para crear y elegir sus palabras, para encontrar la variante literaria de su propio lenguaje oral, pero también para crear su estilo, al igual que en otras lenguas.

ANJEL. En el caso de los autores conocidos, cuando conoces dos o tres obras, por ejemplo, en el caso de Borges, sabes decir “este es Borges”, Cortázar, “este es Cortázar”. Este otro es colombiano…

iRATI (LK). García Márquez.

ANJEL. García Márquez. Y otros muchos autores, que nosotros leemos en castellano, pues podemos leer en castellano. De Latinoamérica o del estado, a los que identificamos de inmediato. Es suficiente con pasar una página. En los que leemos en euskera pasa lo mismo. Pero no en todos. Y eso necesita tiempo. Y el escritor no lo es solo por lo que cuenta, si no por su propio estilo, su magia. Es algo que no lo busca conscientemente, pero es su marca. Cuanto más notable sea marca, más grande es el escritor o la escritora.

iRATI (LK). ¿Otra señal de un buen escritor? Trabajar, con gran disciplina, y leer mucho, mucho y siempre. Según Lertxundi, leer y escribir son dos caras de un mismo proceso, y es por ello por lo que mantiene la costumbre de leer a diario aunque no escriba diariamente.

ANJEL. La rutina de leer a diario, sí. Más a menudo que la de escribir. En estos últimos meses, por ejemplo. Estoy leyendo mucho, por suerte. Pero al final del día, entro en el ordenador y subrayo cinco o seis cosas, y si eso tiene un pequeño desarrollo en mi cabeza, lo acabo apuntando.

iRATI (LK). Sí, porque podríamos decir que leer y escribir es casi lo mismo, ¿verdad?

ANJEL. Sí, eso es. Y yo cuando leo, estoy escribiendo, con pequeños matices. Sí, eso es.

iRATI (LK). Siempre hay una parte del escritor. Antes has mencionado lo de la cámara, que ves a través de la cámara. Cuando interiorizas el oficio de escritor, estás escribiendo mientras lees. A Harkaitz Cano una vez le preguntaron a ver qué hacía cuando se bloqueaba, y con gran naturalidad contestó que él no se bloqueaba. Que cuando no escribía, leía.

ANJEL. Eso es, y leer cualquier cosa. O algo que leíste hace mucho y piensas “esto me va a venir bien”.

iRATI (LK). Releer.

ANJEL. Me puede venir bien para eso que estoy escribiendo. Ya sea poesía o prosa. Y recurres a tus escritores preferidos y algo saldrá.

iRATI (LK). Además, siempre encuentras algo nuevo. Es apasionante.

ANJEL. Sí, estás leyendo y te fijas en una palabra y eso te genera algo, y ya está.

iRATI (LK). No te has aburrido de trabajar la lengua, ¿no?

ANJEL. No, no. Qué va.

iRATI (LK). Te sigue entreteniendo.

ANJEL. Sí.

iRATI (LK). A mí también. Sigue pareciéndome divertida.

ANJEL. Sí, exacto. Es un gran disfrute.

iRATI (LK). Solo con una anécdota nos queda claro cuánto disfruta con la lengua y el euskera, y la capacidad que tiene para crear soluciones interesantes. Esa anécdota está relacionada con lo que les pasó en Goenkale con el tratamiento familiar que se utiliza en el euskera, el llamado hitano.

ANJEL. Cuando la Academia Vasca, Euskaltzaindia, empezó a establecer el lenguaje familiar del euskera, el hitano unificado, nosotros estábamos empezando.

iRATI (LK). ¿Con Goenkale?

ANJEL. Con Goenkale. Lo utilizábamos poco en el batúa, porque no existía.

iRATI (LK). Para darle un poco de color, sí, me acuerdo.

ANJEL. Sí. Y tuvimos que cambiar el registro que utilizábamos entonces, lo tuvimos que traer al batúa. Y entonces, vale, muy bien, pero ¿qué vas a hacer para trabajar la credibilidad? Hasta entonces lo estábamos haciendo así, pero como ahora Euskaltzaindia lo había unificado…

iRATI (LK). Cambiar el lenguaje de todos los personajes.

ANJEL. Los que en ese momento decían “det”, tenían que pasar a decir “dut”. Una forma familiar que era de Gipuzkoa… Entonces se nos ocurrió traer a un profesor a Arralde.

iRATI (LK). Y que lo corrigiese.

ANJEL. Un profesor que justo viene a Arralde a dar unos cursillos sobre el uso del lenguaje familiar. Viene, y empieza a enseñar…

iRATI (LK). Qué bonito.

ANJEL. Y todos los habitantes de Arralde empezaron a utilizar ese lenguaje familiar, el hitano. Utilizamos ese tipo de estrategias.

iRATI (LK). Está claro que Anjel Lertxundi no ha perdido la alegría. Al finalizar esta entrevista que hemos realizado en su bonita casa de Zarautz, llena de libros, nos dice que se identifica completamente con lo que dijo el ganador del Premio Nobel Yorgos Seferis.

ANJEL. Él era el hijo de un diplomático, y pasó varios años en Londres. Y al principio, de joven, escribía en inglés. Pero volvió a Grecia, y allí empezó a escribir. Muy similar al proceso que yo os he contado, pero no completamente igual, porque él estuvo muchos años en Inglaterra, pero bueno, él decía que se sintió escritor cuando no escribía en inglés. Que, de alguna forma, cuando escribía en inglés, no era un inglés de una forma natural, pero si de una forma física, y que todo estaba hecho en aquella lengua. Pero cuando empezó con el griego, se dio cuenta de que todavía había mucho por hacer, muchas cosas, y que por lo tanto era muy prolífico artísticamente, ya que, aún sin ser consciente, te dedicas a crear, creas e inventas muchas cosas.  Y dijo que “algo bueno teníamos que tener ante las elaboradas literaturas”. Al fin y al cabo, no solo creas una historia, también creas una lengua. Y claro, en inglés también creas, pero no tienes por delante todo ese  trabajo por hacer, ni la felicidad de pensar que estás creando esa lengua.

iRATI (LK). Esa felicidad la tuvo Shakespeare.

ANJEL. Eso es. Y cuando sueltas naturalmente una expresión en euskera, como si siempre hubiese formado parte de la lengua, que nunca has dicho que sea tuya, pero ves a un escritor que la usa, o la lees en el Berria… pues hombre, bienvenido.

iRATI (LK). Sí, eso es muy bonito.

ANJEL. Y te proporciona una felicidad increíble.

IRATI Sí, eso es.

Con esa gran alegría despedimos a nuestro invitado, Andu para los amigos, y Anjel para nosotros. En la calle, con la lluvia de fondo, al echar un último vistazo a la casa, nos hemos acordado de lo que nos ha dicho antes de comenzar con la entrevista. La parte trasera de su casa fue hace mucho tiempo el prado de la familia Lizardi. Hemos retomado el camino a casa con una sonrisa y con algo en mente: Anjel Lertxundi. Como ya cantó en su día Lizardi, el gran poeta colosal e inolvidable de Zarautz, vive en la huerta de sus antepasados, como no podía ser de otra manera.


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