Benito Lertxundi: “La música es un misterio impresionante”

Benito Lertxundi: “La música es un misterio impresionante”

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Benito Lertxundi: “La música es un misterio impresionante”

En un día de octubre, unas semanas antes de presentar el disco “Gernika kontzertuan” patrocinado por LABORAL Kutxa, el hijo más conocido de Orio, Benito Lertxundi (Orio, 1946), habló con la escritora y periodista Irati Jiménez en la Arraunetxe de Orio sobre el que será su último disco, su decisión de retirarse y su prolífica carrera artística.

 

 

IRATI JIMENEZ. Alrededor de 1970, en los inicios de una década que fue crucial para el País Vasco, casi en vísperas de aquella larga noche de la dictadura, apareció una generación que traía consigo canciones de protesta. Te conocimos en un disco llamado Ez Dok Amairu, junto con Xabier Lete, Lourdes Iriondo y Mikel Laboa. Fuiste un miembro destacado de una generación que fue histórica para el País Vasco. Y eso sucedió hace cincuenta años, así que…

 

BENITO LERTXUNDI. Sesenta.

 

IRATI JIMENEZ. Sesenta.

 

BENITO LERTXUNDI. En el 65.

 

IRATI JIMENEZ. Así que en este medio siglo, nos has dado un ejemplo de excelencia y profesionalidad. Has recuperado y creado varias canciones icónicas para Euskal Herria, canciones que, en cierto modo, han sido creadas por y para el pueblo, y creo que nos han ayudado a los vascos a vernos a nosotros mismos, no solo al pueblo, sino también a nosotros mismos. Y al mismo tiempo, creo que serán imprescindibles para entender Euskal Herria. Todo esto lo has hecho con sensibilidad y una voz que nos resulta muy icónica, con credibilidad y una gran intimidad profesional, es decir, no has sido una persona especialmente presente en los medios de comunicación en estos últimos 60 años. Esa es nuestra sensación. Y de alguna manera has creado una especie de patria musical íntima para los vascos.

 

Así que te agradezco mucho que estés aquí con nosotros y la oportunidad que nos has dado para recorrer tu proceso. Lo has llamado “Gernika kontzertuan” y, por lo tanto, entendemos que es un disco en directo, tu –si no me equivoco– decimoctavo disco. Los he contado, creo que había uno antes. También hay algunas recopilaciones, que a menudo no se cuentan. 

 

BENITO LERTXUNDI. Contaste el de la orquesta.

 

IRATI JIMENEZ. Conté el de la orquesta, sí.

 

BENITO LERTXUNDI. Creo que en realidad son… porque los he contado. Ahora mismo no sé decir aquí cuántos son. Tampoco sé cuántas canciones tengo. Es cierto.

 

IRATI JIMENEZ. Tienes muchas.

 

BENITO LERTXUNDI. Pero… me pasa una cosa curiosa. No sé si a los demás les pasa. Cuando una canción sale del estudio, después de dar vueltas y tener conflictos… una vez que se ha terminado y ya no tiene más vuelta de hoja, yo me alejo completamente de ella. Completamente. No la escucho más. Si no es porque, por ejemplo, necesito preparar esa canción para un concierto o algo así… de lo contrario, no la escucho nunca más. He perdido, por decirlo de alguna manera, esa perspectiva. Qué canciones tengo, etcétera. A veces tengo que hacer un esfuerzo para recordarlo.

 

IRATI JIMENEZ. ¿Y sufres al escuchar tus propias canciones, como les pasa a los actores?

 

BENITO LERTXUNDI. En ese momento sí. Luego también me ha pasado alguna vez, después de mucho tiempo, que por alguna razón necesitábamos escuchar un disco concreto. Porque buscábamos algo. Y al escucharlo, de alguna manera, descubrirlo. ¡Pues no está tan mal!

 

IRATI JIMENEZ. Eso decía Hemingway. Que en algún momento pasabas de sufrir a decir, “pues no está tan mal”. ¿Y reconoces tu voz? Porque la voz cambia con el tiempo.

 

BENITO LERTXUNDI. La voz es lo que menos cambia. En mi caso también ha cambiado por muchas cosas. Tal vez porque también he forzado el cambio. Los cambios, si no se provocan… Siempre se dice que la voz es lo que menos cambia. De niño tienes una voz, luego en la adolescencia tienes otra, pero una vez te haces hombre o mujer, pues ahí se mantiene el timbre.

 

IRATI JIMENEZ. La verdad es que a veces resulta sorprendente escuchar a los músicos la voz del principio y del final después de tantos años y ver cuánto se parecen. Luego hay algunas canciones, creo, en tus últimos discos… Parece que en algunas estás probando otras voces, ¿no? En algunos momentos, por ejemplo, en el último disco, me parecía que eran más rasgadas, o que ibas al estilo de Tom Waits.

 

BENITO LERTXUNDI. A veces pasa… Bueno, al final, en las pruebas siempre sale a quién admiras. Ese es el referente. Entonces, pasa que cuando le das vueltas a algunas canciones ves el camino de esa persona, de alguna manera, el camino para expresar lo que tú quieres debe ser el que sigue el cantante que admiras. Entonces andas haciendo un poco de ensayos. Muchas veces te equivocas. La mayoría de las veces.

 

IRATI JIMENEZ. Hay que probar, ¿no?

 

BENITO LERTXUNDI. Y luego otras veces dices “bueno, esto no sé qué y ya sé qué”. Pero también de eso salí.

 

IRATI JIMENEZ. La forma y el fondo, es decir, la canción misma y la voz, supongo que van de la mano y una lleva a la otra, ¿no? Esa exploración que haces con la canción también te pide que hagas diferentes pruebas con la voz.

 

BENITO LERTXUNDI. Al final, estamos, de alguna manera, dirigiendo unas ideas hacia otras. Y en esa dirección, siglo tras siglo, se han creado conceptos estéticos. ¿Cómo llegar con esto a aquello de la mejor manera o más rápido posible? Entonces buscas una aproximación y para eso buscas algo que resulte llamativo. Que llegue mejor. Y luego quieres que esa canción también le guste a esa persona. Eso es al final el mundo de la estética.

 

IRATI JIMENEZ. ¿Qué es lo que más buscas en ese proceso de creación? La sociedad que tienes en mente, el público, ¿de alguna manera quieres afectarles emocionalmente con la canción? Porque eso es un poco lo que pasa con la música, no solo con la tuya. Siempre hay algún tipo de transformación en el oyente. El oyente cambia. La música te lleva a algún lugar o te saca de allí. Y eso en tus canciones es muy… agarrándote un poco a la emoción, pero de una manera muy elegante, son canciones que llegan a la emoción. Es muy difícil evitar la emoción al escuchar tu música. Y no sé si eso forma parte de un proceso hecho a propósito, ¿no?

 

BENITO LERTXUNDI. ¿Sabes qué es? La emoción es una energía que si no tienes complicidad con el otro no funciona. La emoción no es algo que surge en ti y se ahoga. No se produciría. Si no viniera ligada a esa idea o sentimiento que luego compartirán otros y piensas en ellos. Al final ves el horizonte. Allí va la canción y te preguntas qué pasará cuando llegue. Eso inevitablemente lo piensas cuando haces una canción.

 

IRATI JIMENEZ. Buscas una relación…

 

BENITO LERTXUNDI. Si notas esa emoción que diriges al público, que está ahí, tú también te emocionas en tu soledad. Te emocionas con ello. Porque más o menos sabes a dónde va la canción. Y qué puede provocar. Creo que todos los creadores o los que están en ello… es difícil que escapemos de eso.

 

IRATI JIMENEZ. Tienes que imaginarte quién está al otro lado, ¿no?

 

BENITO LERTXUNDI. Eso es. Sabes cuánta música se habrá hecho y cuántos poemas se habrán escrito sobre un conflicto, sobre una epopeya... Al final tienen un objetivo con la colectividad. Tienen un plan sobre a dónde quieren llegar con eso, para causar un efecto. Eso es evidente.

 

IRATI JIMENEZ. He hablado con muchos escritores sobre esto, que la música me parece, de todas las bellas artes, si tuviera que elegir una –y sé que no es una competición– diría que la música es la más elevada. Llega más directamente a la emoción. Esa magia, estar en un lugar y escuchar una canción y de inmediato ese cambio de emoción o sentimiento que puede causar la canción o te lleva a un recuerdo… Eso, la música consigue esa transformación casi física la de una manera espectacular, en comparación con otras artes.

 

BENITO LERTXUNDI. La música es un misterio impresionante. Creo que con la música también puedes lograr algún efecto u otro con las hojas que están allí, con las plantas y con los animales. Con los pájaros, con las aves, con todos, se hace, se logra un efecto. He hecho esas pruebas. Con palomas, con pájaros y… también con perros. Tuve una experiencia con un perro, relacionada con la música, y eso no lo logras con un poema.

 

IRATI JIMENEZ. No…

 

BENITO LERTXUNDI. No. ¿Lo entiendes? Tal vez sí lo consigues con un grito. Porque les causas miedo. Pero con la música esa placidez, cuando los animales escuchan, lo que sienten, no tengo ninguna duda, porque yo también soy un animal, sé lo que me hace, estaremos por ahí cerca en esos sentimientos. La música tiene un gran misterio, si te das cuenta, al final, que es una escala de notas, con sus semitonos, cosas, etcétera, y de ahí sale todo. De ahí salen la melodía, la armonía, y luego están las armonías y melodías y los sonidos trabajados. Qué es esto para él. Algo oscuro, algo claro, un timbre… se crea la viola, se crea la tuba, se crea el contrabajo, se crean las trompetas, y todos tienen un ingenio o concreción que se ha logrado como resultado de una investigación. Siempre se dice que este músico tenía el suyo en el metal, o en no sé qué. Y luego están los colores. Y a veces cuando hablo de colores la gente pone cara rara, ¿no? Y un día leí algo, y eso me dio una especie de credibilidad sobre mí mismo. Es cierto. No estoy tan loco. Yo veía colores. Y trataba de decir, “esto tira hacia el amarillo, igual, se ha oscurecido…”. Y a veces explicaba las cosas así pero sé que es una forma muy oscura de comunicarse.

 

IRATI JIMENEZ. Lo que a ti te sirve.

 

BENITO LERTXUNDI. Pero una vez leí a Sibelius. Vivía en un bosque de Finlandia, rodeado de grandes árboles. Creo que era bastante borracho. Y estaba “un poco así”. Y una vez le preguntaron “y usted en ese bosque oscuro”. Y él dijo, “no, pero yo vivo en esa paleta de colores de la música”.

 

IRATI JIMENEZ. Es decir, que no eres tú solo.

 

BENITO LERTXUNDI. Y mencionaba la paleta de colores. Y es cierto. Los sonidos crean colores. Y por eso una viola da algo, para dar un color, luego está el violonchelo que da otro color, que de alguna manera es el que más se acerca a la voz humana. Y los demás. Y las guitarras. Y luego la guitarra eléctrica con las distorsiones. Y la distorsión se creó por casualidad. Alguien dijo, “mira, esto crea esto”. Y hubo una avería en los altavoces. Y lo arreglaron y al final alguien dijo “déjalo, es muy bonito así”.

 

IRATI JIMENEZ. No lo arregles.

 

BENITO LERTXUNDI. Y a partir de ahí empezaron a fabricarse esos efectos. Entonces la música te lleva a hacer todas esas cosas. Al final se crea un mundo. Un mundo de sonidos. Que te lleva con él. No piensas en cosas… cómo se dice, en cosas prácticas. Cuando estás en la música no hay cosas prácticas, pensando “a ver, luego tengo esto, este problema, y cómo lo resolveré, qué haré”. No piensas en eso. Piensas en mundos… en mundos abstractos.

 

IRATI JIMENEZ. Te exige una concentración total.

 

BENITO LERTXUNDI. Creas mundos en tu mente.

 

IRATI JIMENEZ. Antes has mencionado que de dónde viene cada uno tiene su importancia. Si no me equivoco, como muchas familias vascas, aunque no eran músicos profesionales, vienes de una familia muy aficionada al canto.

 

BENITO LERTXUNDI. Sí.

 

IRATI JIMENEZ. Desde niño has tenido, entonces, el canto como forma de vida. Y ahora, al escucharte, la verdad, es evidente, pero no te has aburrido. Se entiende por qué has pasado 60 años haciendo música. Porque al escuchar es evidente que todas las partes del proceso te interesan.

 

BENITO LERTXUNDI. Sí.

 

IRATI JIMENEZ. Aún te resulta atractivo andar en esa búsqueda.

 

BENITO LERTXUNDI. Te voy a decir una cosa. En nuestra casa tenía hermanas que cantaban bien, a uno igual le gustaba más que al otro. Todas tenían vocación de cantar. Y los hermanos también. Luego me pasó algo. Mi recuerdo más pequeño tal vez, el más lejano que tengo, lo que sentí entonces. Y tendría unos tres años, eh?

 

IRATI JIMENEZ. Muy pequeño, sí…

 

BENITO LERTXUNDI. Recuerdo… Te voy a decir por qué todo esto. No sé si contar tanto o no, no sé. Pero yo tenía una cuna. Esa cuna estaba en la cocina de la casa. Llevaba hacia la calle. Veía los cristales llorar. Así que era invierno. Era época de hielo, era ambiente helado. Era un momento soleado, por eso lloraban los cristales. Y yo estaba en ese momento en una cuna de madera y estaba demasiado caliente. Calor, calor, calor, calor. Quería echarme las mantas. Y mi madre me decía que no. Me tapó. Y de repente había un pequeño espejo en el mueble de la cocina, y ese espejo me lo puso en la cara. Y vi mi cara muy, muy roja. Sarampión, eso era.

 

IRATI JIMENEZ. Estabas enfermo, entonces.

 

BENITO LERTXUNDI. Sí. Un virus, algo así…

 

IRATI JIMENEZ. Sí.

 

BENITO LERTXUNDI. Y entonces decían que había que mantenerlo caliente.

 

IRATI JIMENEZ. Hasta estar ardiendo.

 

BENITO LERTXUNDI. Y yo lloraba. No estaba a gusto. Entonces mi madre cantó una canción. Y esa canción me pareció graciosa…

 

IRATI JIMENEZ. Te tranquilizaste.

 

BENITO LERTXUNDI. Y nuestra madre tenía fama de cantar mal. El bueno era mi padre. Y “ama, cállate, tú no sabes cantar”, le decían, y a mí, en cambio, me gustaba. Y luego cuando conocí a Tom Waits dije “ah, mi madre era Tom Waits”.

 

IRATI JIMENEZ. Mira. Pues no cantaba mal. Antes te dije que veía algo de eso en algunas de tus canciones.

 

BENITO LERTXUNDI. Veía algo de mi madre. De Tom Waits… Y ¿sabes qué canción era aquella? “Amerikara noa”.

 

IRATI JIMENEZ. ¡Mira!

 

BENITO LERTXUNDI. Y luego yo grabé “Amerikara noa”. Y la grabé por mi madre.

 

IRATI JIMENEZ. Empezaste muy joven, ganaste un concurso y así llegaste al mundo de la música. Así fue como Mikel Laboa llegó a ti y así tú llegaste a Ez Dok 13. Y hasta hoy has estado en ello.

 

BENITO LERTXUNDI. Sí, mira, en el 65 me presenté a un certamen que tenía el periódico “La Voz de España” de Donostia, que duraba tres meses, se hacía en el Bellas Artes. Y allí me presenté. Y allí estuve. No voy a extenderme en ese asunto. Y mientras estaba allí, yo en ese momento era relojero.

 

IRATI JIMENEZ. Pensé que eras zapatero. No sé por qué.

 

BENITO LERTXUNDI. No. Era relojero. Y yo entonces no teníamos tocadiscos ni cosas así. Tenía una radio pequeña en el taller, en la relojería. Y allí escuchaba las canciones. Y un día el relojero principal, que era muy aficionado a la música, trajo algunos instrumentos que tenía en casa. Y lo trajo.

 

IRATI JIMENEZ. Un laúd, ¿no?

 

BENITO LERTXUNDI. Trajo un laúd.

 

IRATI JIMENEZ. No es un instrumento habitual, ¿no?

 

BENITO LERTXUNDI. El primer instrumento que cogí fue ese. Lo afiné. Y a mí en ese momento me gustaba mucho Elvis, entre otros. Y hacía sus canciones. Y las canciones de él eran en inglés. Quería cantarlas. Y yo las hacía en euskera. Había letras en castellano, pero si cantaba en castellano me resultaba un poco más distante y en euskera se acercaba más. Entonces lo veía más genuino. Y tenía preparadas varias canciones así. Pero lo importante es que “La Voz de España” un día escribió en letras grandes, en castellano: “Un joven de Orio se perfila como favorito y además tiene una particularidad, canta ‘en vascuence’”.

 

IRATI JIMENEZ. Digo yo que la particularidad, hombre, si hacías a Elvis con laúd sería lo del euskera.

 

BENITO LERTXUNDI. Para entonces ya tenía una guitarra. Y además eléctrica. Mi primer instrumento fue una guitarra eléctrica. Cuando dejé el laúd, cogí un método, y empecé con la guitarra eléctrica. Entonces hacía mis cosas con ella.

 

IRATI JIMENEZ. Entonces fuiste rockero antes que nada.

 

BENITO LERTXUNDI. Bueno, rockero… me gustaba Elvis.

 

IRATI JIMENEZ. A mí también.

 

BENITO LERTXUNDI. Y la cosa es en euskera. Y como eso se publicó, un día recibí la llamada de Mikel Laboa. Dijo que tenía un alumno en Catalunya. Que tenían contacto con una corriente que había surgido allí.

 

IRATI JIMENEZ. La Nova Cançó.

 

BENITO LERTXUNDI. Eso es. La Nova Cançó. Y estaban fascinados con eso, etcétera. Entonces pensaron que algo así se podía hacer en Euskal Herria. Entonces, cuando leyeron, aquí en Orio hay uno, que canta en euskera…

 

IRATI JIMENEZ. Te fichó.

 

BENITO LERTXUNDI. Entonces me llamó y se iba a hacer una reunión en el viejo Kursaal y me invitó. Me invitó y fui. Y la verdad es que en las primeras reuniones no entendía nada.

 

IRATI JIMENEZ. Eso te he escuchado. Escuchabas a Oteiza y no entendías nada.

 

BENITO LERTXUNDI. Cómo he llegado yo aquí. Yo iba por otros caminos. Pero es curioso que, aunque no entendía nada, y no le veía sentido a todo aquello, siempre se decía “bueno, la próxima reunión la haremos en tal sitio, tal día” y no sé por qué iba. Pero ya había menos gente en esa reunión. Y cuando acababa decían “bueno, la próxima la haremos en tal sitio, a tal hora”. Y yo iba. Y no sé explicar por qué.

 

IRATI JIMENEZ. Había algo.

 

BENITO LERTXUNDI. Iba. Y entonces también había menos gente. Luego menos gente. De reunión en reunión menos gente. Y al final quedamos unos.

 

IRATI JIMENEZ. Y esos fuisteis Ez Dok Amairu.

 

BENITO LERTXUNDI. Y Ez Dok Amairu empezó así.

 

IRATI JIMENEZ. Tal vez fue una prueba de resistencia.

 

BENITO LERTXUNDI. Parece un filtro. En cada reunión, “bueno, yo voy a ir”. Y no sé por qué me quedé. Eso surgió.

 

IRATI JIMENEZ. Algunas cosas… antes dijiste que la música tiene un misterio, y hay algunas cosas que tienen un misterio que no entendemos del todo, pero la intuición te lleva por ese camino, ¿no? Recuerdas, porque, claro, en tu familia los oficios artísticos no siempre han sido tan comunes, y vivir de la música y la literatura o si nadie de tu entorno funciona así, pues para ti también es raro. Y no sé si en algún momento viste que aparte de una pasión podía ser una carrera artística y profesional. ¿Fue muy pronto eso? Que podías ser músico, es decir, que no tenías por qué…

 

BENITO LERTXUNDI. La verdad es que no sé si tenía un plan muy claro. Yo solo estaba en la relojería. Y cada vez le quitaba más tiempo a la relojería. Tenía que abrir la tienda a las cuatro, y muchas veces a las cinco y media estaba cerrada. Oía a los clientes afuera. Y yo haciendo ruido con la guitarra eléctrica.

 

IRATI JIMENEZ. Cuanto mejor músico, peor relojero.

 

BENITO LERTXUNDI. Desde luego, como trabajador, ¡muy mal! Una vez escuché afuera que decían, “¿qué, aún está cerrada?” y uno, “sí, pero está dentro, ¿no lo escucháis?” Ese, “¿no lo oyes?”. Y esas cosas seguro que llegaban al dueño. Y además yo…

 

IRATI JIMENEZ. Claro. Eras un empleado, no el dueño.

 

BENITO LERTXUNDI. No era el dueño. Tenía que arreglar muchos relojes y muchos estaban en un cajón. Como no los arreglaba, porque no dedicaba tiempo, el dueño me lo hacía saber. Venía aquí, abría el cajón, cogía un montón de relojes, los metía en el bolsillo y se iba, y eso era un mensaje para mí: “Tú no lo haces, así que tendré que hacerlo yo”. Y un día estábamos cenando en una taberna aquí, y me dijeron, “ven con la guitarra”, y llevé la guitarra y el amplificador y al día siguiente vino ese jefe, y me dijo: “Ayer muy bien, diste un salto increíble, creo que tú me dedicaría a eso”. Y entendí el mensaje perfectamente. Quería librarse de mí. Ese fue mi ángel de la guarda.

 

IRATI JIMENEZ. Y en todo este camino diría que has mezclado y luego, de alguna manera, también integrado algunas canciones que miraban hacia Euskal Herria. Venían de las canciones de protesta, y al mismo tiempo otras más íntimas o intimistas, y las dos cosas se han mezclado, pero bueno. Y luego también las que combinan esas dos cosas. Es decir, cuando uno mira hacia afuera o hacia dentro, supongo que el proceso no es tan diferente. Las dos cosas van juntas. O esa sensación he tenido, al menos, escuchando tu discografía cronológicamente. Que esas dos partes se han ido integrando. No sé si tú también tienes esa sensación.

 

BENITO LERTXUNDI. Aquí hay dos cosas. Las canciones, es cierto, se hacían de alguna manera tratando de influir en la sociedad. Intentando corregir de alguna manera los problemas que hay en la sociedad. Tratando de crear un movimiento.

 

IRATI JIMENEZ. Porque hay esa responsabilidad.

 

BENITO LERTXUNDI. Eso es, de alguna manera, una empresa. Como lo es la política. Y eso se tiene que organizar. No se puede hacer solo. En el mundo organizado, en el mundo temporal o doméstico, el ser humano a lo largo del tiempo se ha organizado con respecto a sus cosas, sus deseos y creencias y para influir en la gente. ¿Por qué en la gente? Porque la gente le da poder. Eso es, por un lado, los conceptos y cómo quieres portar el mundo, y lo que tiene algún tipo de beneficio, cuánta importancia tendrá sobre ti y lo que piensas. Y así es como se crean los conceptos del idealismo. Pero no es en sí un mundo que ayude a la persona a crecer.

 

IRATI JIMENEZ. Eso lo tienes que hacer en otro lugar, ¿no?

 

BENITO LERTXUNDI. Sí. El asunto es que no hay lugar. El camino es único. Cada uno es el camino. Esa doctrina no sirve de nada, solo para alienar. Y colonizar. Solo sirve para hacer rebaño. Yo he estado muy interesado siempre y hace muchos años, no sé por qué me pasó una cosa, estaba muy atado a una tradición, y una noche tuve esa ruptura. Así de golpe. Eso me hizo pensar mucho. Entonces me di cuenta, entre otras cosas, que se cuentan qué son las cosas, una idea, qué es bueno, los valores, todo eso se cuenta… todo es mentira. Al final, quieren usarte a través de esas cosas. Esos son como símbolos, los que te llevan detrás de ellos. Al final, si uno va a empezar, necesariamente tiene que encontrar, encontrar, es decir, poner a la luz, todos tenemos algo insuperable. Y eso es la inteligencia. La inteligencia o es libre o no es inteligencia. Eso es. Eso lo vi muy claro. Cuando la inteligencia pierde su autoridad, es decir, cuando se somete a los demás, es decir, cuando encuentra a los que mandan afuera, deja de ser inteligencia, para convertirse en mentalidad. ¿Qué quiere decir mentalidad? Algo “al servicio de”. Toda la cultura que surge de ahí es mala, la que te atonta, la que te hace cautivo. Has entrado en una prisión. Y durante siglos y siglos la humanidad ha estado en eso. En busca de la felicidad, el método, qué es la felicidad y cómo se encuentra y te lo explican y nadie repara en esos casos. Cuando empezamos a buscar algo, como resultado de las pautas que nos han dado, empezamos a buscar algo que no existe. ¿Y cómo se encuentra lo que no existe? Es imposible. Siempre encuentras que cuando miras qué hay en lugar de eso ves que hay desdicha. Empiezas a buscar la felicidad donde no está. La desdicha está ahí. Y eso se hace feo, de alguna manera. Y entonces empiezas a soñar despierto. Siendo serio, lo que uno siempre hace es investigar lo que hay, y lo que no hay, y ver que si falta la felicidad es porque está la desdicha. Cuando hay desdicha, hay que ver de dónde viene esa desdicha. Qué naturaleza tiene. Cuando uno lo hace seriamente, aunque quede feo, cuando desciende a su infierno, siempre se encuentra con el fantasma creado por uno mismo.

 

IRATI JIMENEZ. Con uno mismo.

 

BENITO LERTXUNDI. Y una vez que ves el fantasma creado por ti mismo no tienes que hacer nada. Hay que empujar. Felicidad. Estás protegido. Estás sereno. Estás bien, ¿no?

 

IRATI JIMENEZ. Finalmente llegaste a este “Gernika kontzertuan”. Pero no ha sido un disco planificado. No fue algo que vino hacia ti. Y que tenía relación con tu situación de vida. ¿Cómo llegaste a tu último disco?

 

BENITO LERTXUNDI. Sí, la naturaleza de este disco es… Yo no busqué este disco. No era mi proyecto. Ha venido como consecuencia de algunas circunstancias o cosas. Y voy a contar un poco cómo es. Venía de la pandemia pensando un poco que había que empezar, no sé qué, y de alguna manera empecé. Pero después, en los últimos dos años, salvo alguna excepción, no me sentía muy cómodo en los conciertos. No sé por qué, pero no me sentía muy seguro. Y así he pasado dos años. Y al final esos sentimientos iban en aumento. Cada vez más. Y llegué al último concierto. Y fue en Gernika. Y en Gernika eran unos jóvenes los organizadores. De su mano. Y luego se creó una complicidad especial entre nosotros. Y en ese concierto encontré un ambiente increíble. Lleno de emoción. No sé qué había. Parecía que el ambiente iba a estallar. Pero mi alma no estaba cómoda. Y me estaba poniendo nervioso. Terminé el concierto nervioso. Y tenía un músico a mi lado, vino al camerino, y viendo el ambiente le dije: “Se acabó”.

 

IRATI JIMENEZ. Este es el último.

 

BENITO LERTXUNDI. Luego hice el último concierto en Iruñea. Y tomé esa decisión. Se lo dije a los músicos. En casa escuchaba los sonidos del concierto. Y Olatz, mi esposa, estaba en su habitación, ordenando, subiendo y bajando niveles, para que fuera audible. Y me pidió un día que lo escuchara.

 

IRATI JIMENEZ. Y lo escuchaste.

 

BENITO LERTXUNDI. Y lo escuché. Y vi que había un disco ahí. Había que trabajar mucho. Pero había un disco. Lo vi muy claro. Hay un disco aquí. Y pensé en trabajar. No tenía conciertos. Cancelé todos y estaba preparado para trabajar. Me lo he pasado muy bien.

 

IRATI JIMENEZ. ¡Qué bien!

 

BENITO LERTXUNDI. Un día hacía una cosa, al otro le daba la vuelta. Andaba buscando los colores. Y la cosa es que al final poco a poco he hecho un disco.

 

IRATI JIMENEZ. Ha nacido de ahí dentro.

 

BENITO LERTXUNDI. Se masterizó, pasó de digital a analógico, tomó otro sonido. Lo que quiero decir es que este disco no habría existido si no hubiera tomado esa decisión. Si no hubiera tomado la decisión de dejar la canción, no me habría puesto a ello. Si hubiera visto la lista de conciertos, estaría en eso, preparando conciertos y ensayando. Y no me habría puesto a hacer un disco, con un concierto. Pero como estaba libre de eso…

 

IRATI JIMENEZ. Sin presiones, con esa libertad.

 

BENITO LERTXUNDI. Tomé esa decisión y no lo dije públicamente. Algunos lo sabían, pero no lo anuncié. Y ahora presentaremos el concierto y allí daré a conocer mi decisión.

 

IRATI JIMENEZ. Dijiste que tú habías terminado con la música pero la música no había terminado contigo. Me alegra que ese proceso haya sido beneficioso. Y afortunado. Al final hemos visto tu música, la pasión con la que lo has hecho, lo interesante que ha sido para ti el proceso de la música. Los misterios de la música han creado un disco en ti.

 

BENITO LERTXUNDI. Es un oficio interesante.


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