Convivencia con las mujeres Waorani en el viaje a Ecuador organizado por LABORAL Kutxa y Mundukide

Durante el mes de septiembre, 10 jóvenes de entre 23 y 30 años han podido disfrutar de Ecuador gracias al viaje organizado por LABORAL Kutxa, en colaboración con Mundukide.

Para adentrarnos de lleno en esta experiencia repleta de emociones, hemos hablado con Ainhoa Zubizarreta, una joven de 21 años que ha documentado esta aventura. En este viaje ha podido conocer el día a día de las mujeres Waorani.

A continuación os contamos su experiencia en Ecuador, directamente desde sus palabras, donde remarca el choque cultural y nos cuenta lo que ha supuesto para ella esta vivencia:

“Soy Ainhoa Zubizarreta Iturralde, tengo 21 años y soy graduada en comunicación audiovisual. El pasado mes de septiembre tuve la oportunidad de participar en la iniciativa impulsada por LABORAL Kutxa, en colaboración con la fundación Mundukide, y me ocupé de la comunicación de esta iniciativa a través de la creación de contenidos audiovisuales.

Viajé a Ecuador con otros 10 jóvenes de Euskal Herria para intercambiar experiencias y conocer su cultura desde la voz de la ciudadanía. Puedo decir que esta vivencia me ha aportado mucho a nivel personal y profesional. Saliendo de mi zona de confort y aprendiendo a desaprender.

En el viaje conocimos, entre otras, a dos mujeres nacidas y criadas en la Amazonía; Mima Omenteque Tega Baihua e Isabel Nomenia Baihua Miipo. Fue un tremendo choque cultural conocer su realidad. En cinco días visitamos tres comunidades, y conocer su calidad de vida y sus costumbres me impactó mucho.

Lo que más me sorprendió fueron las injusticias que han tenido que sufrir por ser mujeres. Los Waorani de la selva amazónica ecuatoriana tuvieron su primer contacto con la civilización en 1950. Desde entonces, muchos han pasado de vivir poco a poco como nómadas a ser civilizados. A pesar de avanzar en diferentes ámbitos, en igualdad de género hay mucho que trabajar.

En las comunidades Waorani, las mujeres todavía tienen problemas para aprender. A muchas no se les permite por el mero hecho de ser mujeres, porque ese derecho, suele ser de hombres. Si un hombre y una mujer están comprometidos, es decir, casados o apunto de casarse, a la mujer no se le permite formarse. Desde 2016, no se casan con hombres elegidos por sus padres, pero antes, con 12 años, lo hacían muchas veces con hombres mucho mayores. Una mujer tiene la posibilidad de tener dos parejas, mientras que el hombre puede tener cinco. Eso sí, cada pareja debe pertenecer a una comunidad diferente.

En cuanto a los embarazos, una mujer debe tener cinco hijos para recibir la aprobación socialmente, y muchas veces, al quedarse embarazada, el hombre se marcha. En general, los hombres no asumen responsabilidades por el cuidado de sus hijos e hijas. Además, la adicción al alcohol de los hombres en estas comunidades tampoco favorece el día a día de estas mujeres en situación de vulnerabilidad.

Normalmente, tienen miedo de tener problemas con sus parejas y lo llevan todo en secreto. Pocas mujeres que combaten estas injusticias se alzan contra ellas. Algunas están organizadas y forman parte de una asociación. Gracias a esta asociación, venden productos artesanos que cultivan desde pequeñas y garantizan el bienestar de sus hijos e hijas. Cada vez son más las que se separan de los hombres, por lo que consiguen autonomía. Una fuente de ingresos para costear la educación de su familia y un espacio seguro para que estén a gusto. Entre ellas están Isabel y Mima, las protagonistas del documental que he grabado durante el viaje. En el vídeo cuentan, entre otras cosas, cómo han vivido todo esto, demostrando que todas las mujeres podemos seguir adelante.”