La economía de la felicidad
13-07-2023
La economía de la felicidad
La felicidad es un estado de ánimo que tenemos las personas cuando gozamos de bienestar y satisfacción tras haber alcanzado alguno de los objetivos que nos habíamos marcado. Cuando la relacionamos con la economía, es posible caer en el error de que para ser felices lo único que hay que hacer es tener dinero. Sin embargo, como veremos a continuación, no es este el único concepto financiero importante a la hora de hablar de la economía de la felicidad.
¿Quieres saber más sobre qué significa realmente la economía de la felicidad y qué puedes hacer para alcanzarla? A continuación, te señalamos algunas de las claves principales.
En qué consiste la economía de la felicidad
Es posible definir la economía de la felicidad como una disciplina especializada en el estudio de la felicidad y en todos aquellos elementos que influyen en ella positivamente. O, dicho de otro modo, se trata de una ciencia que compara el equilibrio que hay entre la felicidad y la realidad económica.
Durante la década de los setenta del siglo pasado, un economista estadounidense, Richard Easterlin, analizó por qué a medida que los países superaban un cierto nivel de renta que permitía a la mayoría de sus ciudadanos cubrir sus necesidades básicas, el incremento progresivo de los ingresos no solo no les hacía más felices sino que, incluso, podía producirse el efecto contrario. Esta situación recibió el nombra de paradoja de Easterlin y, desde ese momento, numerosos expertos se dedicaron a evaluar su posible explicación.
En el año 2008, especialistas de la Universidad de Wharton determinaron que, si bien el dinero sí que influye directamente sobre la felicidad de las personas, se ve afectado sensiblemente por dos parámetros: a mayor capital, la gente tiende a comparar su situación financiera con la de aquellos que le rodean y si sale mal parado en dicha comparativa, su infelicidad crece. El otro condicionante es el número de horas de trabajo necesarias para conseguir ese incremento en el nivel de ingresos; es decir, si para ganar renta es preciso restar tiempo de ocio de calidad de vida, al final la sensación de insatisfacción del individuo crece.
Además, los expertos indican que los seres humanos se adaptan con demasiada rapidez a un mejor nivel de vida, por lo que la satisfacción está más relacionada directamente con los cambios en los salarios que con una mejora en sus condiciones reales de vida.
Factores determinantes
De acuerdo a los economistas que han estudiado la economía de la felicidad, existen una serie de elementos que influyen de un modo decisivo en ella, tanto si se habla de individuos a título particular como de un país en conjunto. Entre ellos, cabe destacar:
- El dinero, lo que significa que a mayor nivel de ingresos es posible a priori optar a una felicidad superior. Si hablamos de un país, implica que si crece el producto interior bruto (PIB) la sociedad estará en mejores condiciones para tener ciudadanos más felices; en nuestra realidad personal, cualquier mejora salarial supondrá para nosotros, aunque sea de manera pasajera, mayor felicidad.
- Estabilidad económica, que es algo íntimamente relacionado con el concepto anterior, ya que implica seguridad laboral y un volumen de ingresos recurrente que permite garantizar una cierta solvencia económica. A nivel de una nación, implica que incluso en los periodos de crisis, es posible asegurar un cierto bienestar a todos los niveles de las personas.
- La salud, que predispone a las personas a ser más activas y a afrontar cualquier vicisitud en condiciones óptimas. Desde el punto de vista de un país, significa disponer de un mejor abanico de servicios, de modo que toda la sociedad en su conjunto pueda beneficiarse.
- Calidad en el trabajo, por ejemplo, a través de un contrato indefinido o de un plan de carrera, gozando de unas condiciones laborales óptimas o contando con compañeros que mejoran el desempeño profesional.
- Las relaciones sociales y humanas, tanto en el trabajo como en la esfera personal y familiar. En el hogar, implica que existe una buena sintonía afectiva con todos los miembros que cohabitan.
- Libertad personal y ocio, lo que significa que cualquier persona o sociedad tienen a su disposición la capacidad de disfrutar de su tiempo libre con plenas garantías de que no sufrirán ninguna represalia por ello.
Cómo mejorar la economía de la felicidad a través de las finanzas
Con estos factores sobre la mesa, cualquier persona que desee mejorar su economía de la felicidad puede intentar trabajar activamente en sus finanzas por medio de estas recomendaciones:
- Reducir el riesgo. Protegernos y también proteger a los nuestros ante cualquier posible amenaza que pueda ocurrirnos, como un accidente que nos provoque una incapacidad severa o, en el peor de los escenarios, nuestro fallecimiento, es una manera de incrementar nuestra felicidad. Existe en la actualidad una amplia variedad de seguros que cubren cada aspecto de nuestra realidad cotidiana, como los seguros de salud, de vida, de autos o de hogar. Incluso, existen algunos con los que podremos optar a obtener rentabilidad a largo plazo, como es el caso de los seguros de vida-ahorro.
- Crear un colchón de seguridad. Ahorrar es trabajar de forma proactiva en nuestra felicidad del mañana. Por ejemplo, preparar económicamente nuestro retiro profesional nos concede tranquilidad, en el sentido de saber que estaremos cubiertos cuando reduzcamos nuestro nivel de ingresos al abandonar la vida laboral. Contar con el asesoramiento profesional de un gestor del banco puede contribuir decisivamente a alcanzar en el futuro los objetivos vitales que nos hayamos marcado. En este sentido, destinar cada mes una parte de los ingresos al ahorro es fundamental.
- Gastar con moderación. Llevar un control periódico de nuestros gastos o disponer de una planificación son elementos clave para lograr que cada mes se ingrese más de lo que se gaste. A pesar de los cambios que tenemos a lo largo de nuestra vida y que afectan a nuestra situación financiera, con una adecuada planificación será posible ahorrar para estar económicamente preparados de cara a lo que nos depare el futuro.
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