
Desmontando falsos mitos sobre el seguro de vida
25-06-2025
Desmontando falsos mitos sobre el seguro de vida
El seguro de vida es uno de los más tradicionales y, por tanto, más conocidos del mercado asegurador. Al menos en teoría, porque, aunque la mayoría de las personas tiene una idea más o menos clara de lo que es un seguro de vida y para qué sirve, también son muchas las ideas preconcebidas que los consumidores suelen tener de esta cobertura y, a menudo, permanecen en el ideario colectivo algunos mitos que, por muy alejados que estén de la realidad, hacen que muchas personas sientan cierto rechazo cuando se plantea la opción de contratar un seguro de vida.
Estos algunos de los mitos que pesan sobre este seguro:
- La primera de las percepciones erróneas que se ha extendido entre una parte importante de la población es que se trata de un seguro que no tiene gran utilidad y que muchas veces se suscribe porque los bancos lo exigen para conceder una hipoteca. Si bien se trata de una práctica ciertamente habitual de las entidades financieras, la verdad es que supone una protección tanto para el banco como para el asegurado y sus familiares. No olvidemos que, en caso de fallecer la persona que aporta la mayoría de los ingresos familiares, sus seres queridos tendrían que asumir el pago de la deuda, lo cual supondría una pesada carga durante muchos años. Existe la creencia, más o menos generalizada, de que el Estado, por medio de instrumentos como la pensión de viudedad o de orfandad, solventará este tipo de problemas; pero la realidad es que, si hacemos números, veremos que la mayoría de las veces pueden ser claramente insuficientes.
- Otro de los prejuicios que pesan sobre el seguro de vida es el de la ‘letra pequeña’, que lleva a los consumidores a pensar que, llegado el momento, no tienen la seguridad de que cobrarán la indemnización correspondiente. A su juicio, las compañías siempre pueden argumentar que su caso no está cubierto por alguna razón inesperada. Esto, hoy por hoy, es difícil de sostener, puesto que la normativa española establece importantes restricciones para la aplicación de cláusulas limitativas y, cuando la póliza incluye situaciones que no están cubiertas, estas deben estar especialmente destacadas en el contrato para que el cliente sea plenamente consciente.
- El tercer mito es que el seguro de vida solo nos cubre en caso de fallecimiento y, aunque es cierto que esta es la garantía principal, no tiene por qué ser la única cobertura. Cada vez son más las pólizas que permiten contemplar situaciones como la invalidez, las enfermedades graves, la dependencia o, incluso, la cobertura de decesos.
- Hay quien está convencido de que, si tiene alguna enfermedad, no puede contratar un seguro de vida. Error. Algunas enfermedades pueden ser motivo de que la aseguradora rechace a una persona como asegurado, pero hay otras muchas enfermedades que no son excluyentes. Es evidente que, en estas circunstancias, la compañía asume un riesgo mayor y puede solicitar un reconocimiento médico para hacer su valoración. A partir de ahí, a veces puede establecer unas condiciones específicas o una prima más elevada, pero tramitará la suscripción del seguro.
- Muchas personas creen que contratar un seguro de vida solo tiene sentido si se tienen hijos, pero también puede ser útil para quienes viven solos. Un ejemplo claro es cuando el asegurado sufre una invalidez que le impide tanto trabajar como valerse por sí mismo para los asuntos cotidianos. Un seguro de vida con la cobertura de invalidez permanente ofrece una compensación económica que alivie la situación e, incluso, permita costear los servicios de quien nos ayude con las tareas de la vida diaria.
- Existe la idea de que el seguro de vida es un producto para gente joven y que está fuera del alcance de las personas mayores. Se trata de una percepción que también está lejos de ser real, especialmente en los últimos tiempos en que la población envejece y la esperanza de vida aumenta. La mayoría de las entidades suelen poner límites por edad a la suscripción de este tipo de pólizas, pero el mercado suele ofrecer soluciones a los que superan la edad límite.
- Finalmente, mucha gente piensa que el seguro de vida es caro, “no merece la pena” y que es mejor ahorrar. Esta creencia, además de discutible porque el precio de un seguro de vida puede adaptarse a las características y necesidades de cada persona, tiene un problema: ahorrar lo suficiente para que compense lo que puede ofrecer un seguro de vida requiere bastantes años y nada nos garantiza nuestra supervivencia ni a largo ni a corto plazo. En caso de fallecimiento repentino, es muy probable que el ahorro acumulado no alcance a cubrir las necesidades de nuestros seres queridos y en caso de una invalidez.
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