«La buena literatura de género es una máscara para hablar del  aquí y del ahora»

«La buena literatura de género es una máscara para hablar del aquí y del ahora»

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«La buena literatura de género es una máscara para hablar del aquí y del ahora»

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Jon Bilbao, escritor

Nació en Ribadesella, el concejo asturiano que ha hecho aparecer en varios de sus cuentos y que le sirvió de poderoso escenario literario para situar la acción de su último libro: Los extraños, una novela breve y fascinante en la que la llegada de unos visitantes inesperados y la posible aparición de un OVNI sirve como telón de fondo alegórico para narrar la situación de una pareja en la que la distancia ha crecido tanto que les ha convertido en extraños el uno para el otro. O incluso marcianos. Los extraños fue la primera incursión en la novela breve de este asturiano afincado en Bilbao; licenciado en Ingeniería de Minas, y en Filología Inglesa; autor de biografías de personajes históricos para jóvenes; traductor de grandes clásicos anglosajones como Conan Doyle o Bram Stoker; y autor de libros de cuentos y novelas que le han granjeado lectores fieles, un prestigio indiscutido y reconocimientos tan importantes como los premios Euskadi de Literatura, Ignacio Aldecoa o el Tigre Juan. En la sede central de LABORAL Kutxa en Bilbao hablamos, una calurosa mañana de octubre, de realismo y realidad, de imaginación y evasión, con Jon Bilbao, un poderosísimo narrador de grandes historias y un escritor al que la literatura salvó de una carrera que no le gustaba.

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JON BILBAO. Disfruto muchísimo. Disfruto muchísimo. Si no lo disfrutara, no lo haría. Escribo por encima de todo porque me hace sentir bien. O, si no bien, mejor de como me sentiría si no escribiese.

Empecé a estudiar Ingeniería en parte por tradición familiar y también en parte porque creía que me gustaba. O creía que me podía llegar a gustar. Lo que sucedió es que, a mitad de camino, descubrí que no. Que no me gustaba. Que no me quería dedicar a machacar piedras el resto de mi vida. Y, por otro lado, estaba la afición a la escritura, mejor dicho a la lectura. Porque, al principio, era solamente la lectura. Y estaba en mitad de la carrera de Ingeniería y vi que tenía que tomar una decisión. Abandonar la carrera habría causado un pequeño drama familiar o no tan pequeño, pero además es que ya había pasado el punto de no retorno.  Estaba casi en cuarto de carrera y decidí huir hacia delante, pero necesitaba un mecanismo compensatorio, algo que me diera satisfacción un lugar donde tener yo el control, donde poder divertirme evadirme y, al principio era la lectura, como había venido siendo desde que yo era niño, pero dejó de ser suficiente. La lectura dejó de bastar. Entonces tuve que empezar a controlar yo, y ahí fue donde empecé a escribir sin ninguna ambición, solamente disfrutar y evadirme.

IRATI JIMÉNEZ (LABORAL Kutxa). Hace poco me dijo un fotógrafo una cosa que me emociono mucho. No nos conocíamos y nada más conocernos dijo, “es que la literatura a veces te toca la puerta y te viene a salvar la vida, ¿verdad?”. De la nada, y un poco te salvó, y te dio ese espacio, ¿no?

JON. Sí, sí, sin duda. Ha sido de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Y a veces que me preguntan, “¿no te arrepientes de haber estudiado ingeniería o de aquella decisión?” No, porque aunque solo fuera porque sirvió para que me llevará a la literatura, bienvenido sea.

IRATI (LK). Jon Bilbao nació, como hemos dicho, en Ribadesella, Asturias, hace 50 años, en 1972, y es, como saben todas las lectoras y lectores de sus libros, un escritor apasionante y apasionado por la literatura. Aunque vivir no vive de sus libros o no solo de ellos. Dedica la mayor parte de las horas de trabajo a la traducción, un oficio que le mantiene vinculado a su principal pasión.

JON. La traducción sirvió y sirve para pagar facturas. Es un oficio complementario a la escritura, que me permite vivir y agradezco que sea algo que me permite vivir y que no esté tan distanciado de lo que realmente me gusta hacer. Prefiero traducir o impartir un taller literario que trabajar en una oficina. Cosa, que ya lo he hecho y sé por experiencia propia, no me gusta. Y además es útil profesionalmente, no dejas de estar desgranando un texto ajeno…

IRATI (LK).  En el proceso de otros.

JON.  Muchas veces muy superior a lo que tú eres capaz de hacer. Entonces siempre se puede aprender algo.

IRATI (LK). Nuestro invitado se convirtió en autor publicado pasados los 30, y lo hizo con un debut espléndido. En 2008 publicó su primera novela, El hermano de las moscas, y su primer libro de cuentos Como una historia de terror, que consiguió el premio Ojo Crítico de Narrativa. Después llegaron más premios, más novelas, más colecciones de cuentos, Padres, hijos y primates, Shakespeare y la ballena blanca, El silencio y los crujidos, Stromboli hasta llegar en 2020 a su libro más aplaudido, Basilisco. Una colección de cuentos que combina relatos contemporáneos con otros ambientados en el lejano Oeste,

 

 

IRATI (LK). La idea inicial de Jon Bilbao para Basilisco era retratar esa época tan cinematográfica con rigor histórico hasta que se encontró con que la historia real del Oeste no encajaba en sus planes literarios.

JON. Entonces en ese proceso de documentación me encontré con que, lo que nos viene a la cabeza pensando en el Oeste, en la mayoría de los casos, situaciones personajes… no existió. Eso son constructos narrativos, generados por la cultura popular y en su mayor parte por el cine. Lo que vemos son exageraciones y generalizaciones de sucesos muy contados. Billy el Niño mató a dos personas, puede que tres en su vida. Las ciudades más peligrosas eran las ciudades ganaderas dónde llevaban el ganado los vaqueros y los subían a los trenes para llevarlo a las ciudades. Las víctimas por arma de fuego en esas ciudades eran igual cinco al año.

IRATI (LK). No cinco cada media hora.

JON.  No, no, cinco al año, compáralo con lo que hay ahora en cualquier gran ciudad del mundo en el año 2022. Buscas periódicos por internet y yo pensaba, “bueno, esto va a ser la bomba,  voy a llegar a la fuente de la documentación, voy a tener todo”… y son aburridísimos. Esperas encontrarte noticias sobre linchamientos,  sobre persecuciones,  sobre duelos…

IRATI (LK). Bandoleros… atracos…

JON.  No, no. Son todo noticias sobre litigacines de tierras, permisos de acceso del ganado al agua…

IRATI (LK). Con eso John Ford no hacía nada.

JON. Con eso John Ford y Howard Hawks no tenían materia prima. Resumiendo, me di cuenta de que se me venía al 100% a la documentación iba a plasmar un Oeste que quizá era muy realista, pero no era el Oeste que iban a reconocer las lectoras y los lectores y tampoco era el Oeste del que a mí me gusta hablar. Entonces lo que hice fue tomarme libertades y decir “bueno pues voy a recurrir cuando yo quiera a la documentación y cuando yo quiera voy a recurrir a la imaginación”. Y entonces eso me abrieron mucho los horizontes. Digamos que me documenté lo suficiente como para en un momento poder empezar a inventar. A inventar con cierta verosimilitud.

 

IRATI (LK). El resultado de ese proceso fue Basilisco, un libro extraordinario que arranca en el más estricto realismo para adentrarse poco a poco en las llanuras de la imaginación. Se trata quizá del mejor ejemplo hasta la fecha del estilo de Jon Bilbao, un autor que hace un realismo que no está reñido con lo fantástico, lo poético, y, finalmente, lo mitológico.

JON. Me interesa más hablar de verosimilitud que de realismo. Con la cuestión de la verosimilitud tienes un poco más de libertad de movimiento. Yo considero que básicamente lo que yo hago realismo, a pesar de que en Los extraños salgan unas extrañas luces en el cielo que parecen unos ovnis o que en otros libros allá elementos de thriller o de terror. Yo creo que básicamente lo que yo hago realismo porque creo que el comportamiento de los personajes a realista. Y eso es lo esencial porque nosotros nos fijamos en si los personajes son realistas. Compramos los personajes que son como nosotros. Y luego volviendo al tema de la verosimilitud, un work in progress que tengo es forzar  las costuras de la verosimilitud. Es algo que me gusta mucho. Comenzar las historias de una manera llana que las lectoras y los lectores se sientan cómodos,  incluso a veces partir del tópico, de la situación ya conocida, ya vista, propia del imaginario colectivo pero, pasito a pasito, ir alejándonos y forzando un poco las costuras de la verosimilitud, pero de manera que no te vayas dando cuenta cuando lo leas.

IRATI (LK)..  Vas comprando poco a poco.

JON. Y quien lo lea diga al final “pero, ¿como hemos llegado a esto?”, a esta novela que no es la que parecía las primeras páginas.

IRATI (LK). De esa manera nuestro invitado consigue que el realismo se vuelva mitológico y que su literatura convoque más realidad de la que cabría si se quedara ahí, en el más estricto realismo.

JON. Yo antes, cuando impartía algún taller literario y trataba de explicarles esto a los alumnos siempre les ponía mismo ejemplo. Seguro que todos tenemos algún amigo que es muy tímido.  Y que cuando sales por la noche nunca baila. Pero llega al carnaval se disfraza y ese día baila. Bailará con torpeza y necesitará tres gin tonics, pero ese día baila. ¿Está siendo falso, hipócrita, nos está engañando? No. Está siendo él mismo, y está disfrutando un montón, lo que pasa que para dar salida a esa faceta de sí mismo necesitaba, no los gintonics,  necesitaba la máscara. Eso le permite una seguridad para abrirse. Y en muchos casos estoy convencido de que la buena literatura de género es eso. Solaris de Lem o Centauros del desierto de Adam Le May,  son máscaras para hablar del  aquí y del ahora. Y del yo.

IRATI (LK). Aunque puede haber, por supuesto, lectores o lectoras que rehuyan de los juegos de la fantasía presentes en obras como Los extraños o Basilisco.

JON. Hay determinado tipo de lector que esos juegos no los acepta. “Yo esto no. Este ejercicio no.  Lo fantástico, no. Los géneros, no. Yo solo realismo”. Luego podremos discutir lo que es realista, porque hay muchos best sellers y no best sellers, literatura que se nos vende  como realista, como costumbrista, cotidiana, muy que te habla de mi alma a la tuya, y sí, los personajes entran, salen, hablan, cogen… pero luego, perdona, a lo mejor lo que sucede es realista, pero tu forma de contarlo no lo es. Si todo está perfectamente presentado y lazo se cierra no hay ningún espacio oscuro, nada abierto a la interpretación cierras la historia con un lazo,  los personajes se agotan a sí mismos…  Perdona, la vida no es así, esto no es realista.

IRATI (LK). Al fin y al cabo, la fantasía y el realismo no son más que códigos que hemos aprendido a interpretar como fantasía y realidad, pero la realidad, como dijo Gabriel García Márquez, es algo más que el precio de unos tomates.

JON. A lo mejor el propio formato del cuento no es del todo realista. Contar una historia que merezca ser contada que tenga cierta entidad, de forma tan absolutamente concisa y medida no tiene absolutamente nada que ver con lo que nos sucede en la vida. Donde todo se demora, cuando estás metido en un asunto te has olvidado de cuanto había empezado. Crees que había terminado y luego se pasa meses o incluso años coleando.

IRATI (LK). Incluso las transformaciones personales que es muchas veces de lo que se trata, de un pequeño darse cuenta, en la vida real llevan más tiempo del que contiene un cuento.

JON. Eso es. Esos famoso momentos epifánicos que hay en muchos cuentos, ¿cuántos tienes en la vida? Y muchas veces, si los llegas a tener, muchas veces los aprecias a posteriori.

IRATI (LK). Sí.

JON. No es “estoy viviendo una epifanía, esto es un momento bisagra en mi vida”. ¡Qué va! ¡Por favor!

IRATI (LK). Las convenciones están ahí para jugar con ellas y los géneros establecen unas reglas de juego, pero se trata de eso, de un juego.

No vas a la cárcel de la literatura si no cumples las reglas y los códigos.  

JON. De hecho, es que no hay reglas. No hay códigos. O están ahí como mera referencia, no como una obligación.

 

 

IRATI (LK). En la vida hay más realidad que en lo que solemos contener bajo la etiqueta de realismo. Por eso, en la literatura de Jon Bilbao hay espacio para momentos realistas que parecen fantásticos o momentos fantásticos que se insertan en el realismo. Aunque también se ha adentrado en el terreno netamente de género, con ejercicios como La auditoria, una novela gráfica con elementos de ciencia ficción situada en un extraño futuro-presente o presente-futuro, que nació como una propuesta para el cine.

JON. Es un proyecto que también dio muchas vueltas. Al principio era una sinopsis para un guión de cine, un encargo de una productora, una historia de ciencia ficción de bajo presupuesto que me hizo mucha ilusión. Redacté más que una sinopsis, era un resumen bastante sustancioso de la historia y como suele suceder luego cambiaron de idea y esto se quede en la cuneta.  y yo me lleve bastante decepción, lo reconozco. Sopesé reescribirlo en forma de novela, de novela corta, lo que pasa que, como ya estaba concebido en términos muy visuales y, por otra parte, siempre he sido muy lector de cómic pensé “ah, ¿y por qué no lo reconvierto en guión de comic?” Entonces lo que hice fue ir a ver a los editores de Astiberri,  que son amigos y les conté esto. Les dije “esta es la sinopsis, ¿le veis alguna posibilidad?” Y respondieron sí. Sí, y nos interesa.

IRATI (LK). Y es que las historias que uno escribe no dependen solo de cuestiones como la inspiración o las ganas, hay otros condicionantes de los que se habla menos y que son no solo tan sino más importantes. Obligaciones, tiempo, familia, dinero.

JON. A mí me gustaría escribir una novela de 400 páginas, lo que pasa es que ahora mismo no dispongo del tiempo,  ni de la energía para escribir una novela de 400 páginas como yo debería escribirla. Con una rutina, con una asiduidad, con un nivel de concentración, no puedo.

IRATI (LK). Tendrías que darle dentro de ti un espacio muy grande también.

JON.  Eso es.  Porque hay niños y hay obligaciones y hay traducciones y hay familia, y hay viajes, y hay cosas que no se pueden, y que tampoco se quieren desatender.  Sin embargo sí que hay espacio para escribir una novela corta cómo Los extraños, o los relatos barra capítulos que forman Basilisco. Hay el tiempo y la concentración y la energía,  pero se aprecia ese deseo de hacer algo más largo en que las historias no terminan de concluir, los personajes van reapareciendo, van creciendo, y van evolucionando.

OFF 11. Que la realidad condiciona la literatura y que la literatura no se puede entender sin los condicionantes de la realidad es uno de los temas centrales de uno de los libros más interesantes que ha escrito Jon Bilbao. Shakespeare y la ballena blanca, una novela que se pregunta qué habría pasado si en un viaje por mar Shakespeare hubiera visto un cachalote enorme que le hubiera inspirado para representar en el teatro la misma historia que escribió 200 años después Herman Melville en su novela Moby Dick. El resultado es un ejercicio asombroso sobre el proceso de creación literaria en la que su autor combinó las ganas que tenía de escribir una versión de Moby Dick desde el punto de vista de un personaje secundario y su interés por la extraña aparición de un oso en una obra de Shakespeare.

JON. En El cuento de invierno hay una escena en la que van a matar a un niño en el bosque, tipo Blancanieves, y resulta que no lo hacen porque cuando se va a cometer el crimen aparece un oso, entonces el que empuña el cuchillo se asusta y sale corriendo. hay una acotación escénica que dice sale perseguido por un oso. Que es… ¿perdón?

IRATI (LK). ¿Y el oso?

JON.  ¿Cómo que perseguido por un oso?  ¿Y como metías un oso en el escenario? Lo que sucede es que, en el periodo isabelino, los teatros no estaban en las mejores zonas de Londres,  estaba en las afueras,  donde estaban los cementerios no consagrados,  las fábricas de jabón,  prostíbulos, y también es donde estaban los cosos de lucha de perros y osos, que era un espectáculo que gustaba.

IRATI (LK).  O sea que no era tan difícil sacar un oso.

JON.  Se ha especulado con la posibilidad de que cogiera alguno de aquellos osos,  qué solían ser osos negros traídos de Rusia, que estuviera más o menos amaestrado y lo metí dan por un costado del escenario y saliera. Y dije “ah pues esto hay que escribirlo”.

IRATI (LK).  Es muy divertido.

JON. Pero esa idea no cuajaba. Entonces estaba saltando de una idea a otra de una idea otra y al final dije… quizá porque estaban las dos ideas en mi cabeza se acabaron fusionando y vi que iban a ser las dos cosas. Shakespeare y Moby Dick.

IRATI (LK).  Y lo que te decía te dio vértigo tocar estos materiales, a estos colosos.

JON. En principio sí. Me di permiso porque en realidad no estoy hablando de Shakespeare. Creo que antes en el transcurso de la entrevista ha surgido el término autoficción. Yo creo que en realidad toda la literatura,  si es literatura de verdad, es en parte autoficción.

IRATI (LK). Sin duda.

JON.  Tienes que poner de ti. Tiene que haber algo de verdad.  Y la verdad la aportas tú.

IRATI (LK).  La verdad la aportas tú, cuentes lo que cuentes. Dicho de otra manera, que se puede escribir lo que sea pero tiene que ser verdad. Porque escribir es decidir. Pero también es obedecer valientemente a una voz interior que nos dice lo que hay que contar.

JON. Es algo creo que es muy bonito e incluso fascinante cuando escribes. Pero también desconcertante, que produce cierta inseguridad. Estoy de acuerdo: escribir es tomar decisiones. Pero no las puedes tomar todas. Y hay algunas cosas que las haces de manera irracional,  absolutamente irracional,  o sea, porque las tripas te dicen que esto es lo que tienes que hacer,  y si no lo haces así, te vas a sentir incómodo.

IRATI (LK). Va a empezar a fallar.

JON. Esto va a fallar. O, a lo mejor, incluso  funciona el libro, pero te va a avergonzar a ti. No te va a gustar que lleve tu nombre en la portada. Lo tienes que hacer así y te la tienes que jugar. Me parece que a esos instintos, a esas llamadas de la selva hay que hacerles caso. Hay que jugársela.

IRATI (LK). Seguramente no haría falta preguntarle esto a un escritor que habla de lo que quiere escribir como la llamada de la selva, pero antes de terminar nuestra conversación queremos que nos confirme lo que ya sabíamos, que a Jon Bilbao le encanta escribir. Es más, estos escritores que hablan tanto de lo mucho que sufren… no le terminan de convencer.

JON. A veces pienso, bueno, esto tiene algo de pose. Esta imagen del escritor atormentado, destilando tu penuria… o es una pose, si es una pose, me produces lástima. Y si no es una pose, me produces mucha más lástima. Dedícate a otra cosa, por favor.. 

IRATI (LK). Hay que disfrutar escribiendo aunque, como todo en esta vida, haya días buenos y no tan buenos.

JON. Lo puedes pasar muy bien y yo lo considero el mejor oficio del mundo, pero también entraña sus dificultades, ¿no?

IRATI. Sus frustraciones.

JON. Sus frustraciones. No es bajar a la mina, no es hacer la costera del bonito, pero es duro por las cuestiones técnicas de que no consigues narrar lo que tú tienes en la cabeza y, por otra parte, que es más complicado porque, aunque a ti te guste lo que estás haciendo, puedes estar escribiendo sobre cosas que son dolorosas, que no terminas de entender, que te cuesta reconocer… y ese es un aspecto complicado. Sin embargo, creo que cuando te ves en una situación de esas, joder, o sea, ¿de verdad tenía yo esto dentro? ¿De verdad pienso yo esto de algunas personas de mi alrededor? ¿Me voy a desnudar de esta manera? Ahí estás picando en un filón bueno. Ahí es por donde tienes que seguir. O al menos reflexionar seriamente.

IRATI (LK). Puede que Jon Bilbao, del que nos despedimos en el bullicio de la Gran Vía hablando todavía sobre literatura y ballenas y con ganas de seguir hablando sobre libros, estudiara Ingeniería de Minas por tradición familiar, pero cuando habla de picar en un filón bueno, algo del ingeniero que no fue se revela bajo la superficie, como pasa a menudo con su conocimiento del terreno geológico, que no deja de colarse a través de las grietas en los territorios literarios de sus novelas y de sus cuentos. Apasionantes ejercicios literarios que nos llevan de la quietud de todos los días a la inquietud diaria, a través del desasosiego y el asombro, con una capacidad literaria que asombra y a ratos, desasosiega, y que no deja ni de interesarnos ni de fascinarnos.

 


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