¿Qué son los bitcoins?
11-09-2017
¿Qué son los bitcoins?
Seguramente has oído el término bitcoin más de una vez incluso en alguna serie de televisión. Sin embargo, es posible que no sepas lo que es o para qué sirve. Es normal: el concepto de “criptomoneda” o moneda digital no resulta particularmente fácil de entender. Por eso hoy queremos ayudarte a entender no solo qué son los bitcoins sino por qué su tecnología puede hacer innecesarios incluso a los notarios y a las notarias.
Cualquier moneda necesita un banco central que la respalde. El euro por ejemplo está avalado por el Banco Central Europeo: tiene valor porque confiamos en esa entidad. Los billetes son valiosos porque son escasos. Si sus responsables se volvieran locos y empezasen a imprimir billetes de 500 y a regalarlos por las calles perderíamos la confianza en la institución y esa moneda dejaría de tener valor como ha ocurrido a lo largo de la historia en periodos de hiperinflación.
Bitcoin puede llegar a ser revolucionario porque carece de una entidad central que la regule, ¿cómo es posible?
Bitcoin se basa en un sistema informático en el que es muy difícil hacer un cálculo, pero muy fácil comprobar si ese cálculo es cierto. Así, cada vez que se hace una transacción de un bitcoin miles de ordenadores hacen un nuevo cálculo complejo que se suma a todos los anteriores. Esta sucesión de cálculos son públicos pero las transacciones en sí son anónimas e imposibles de rastrear. Hacer estas comprobaciones requiere de una potencia informática ingente y creciente porque para falsificar una transacción habría que falsificar también los millones de transacciones precedentes y eso es algo simplemente imposible. Sin embargo, comprobar si cualquiera de esas transacciones son válidas está al alcance incluso de los ordenadores más modestos.
Los mercenarios que guardan el sistema
¿Y por qué alguien cedería horas de su ordenador para hacer esos cálculos complejos que sostienen el sistema? Para conseguir más monedas. El sistema está diseñado de tal forma que se autorregula, y ofrece automáticamente los nuevos bitcoins a los ordenadores que hacen estos cálculos que confirman que cada transacción es legítima. Esta labor de comprobación se llama ‘minería’ y si bien al principio cualquier usuario podía hacerlo, hoy en día solo está al alcance de granjas de ordenadores con una potencia prodigiosa.
Gracias a esta ‘minería’ se resuelven tres problemas esenciales de golpe: se protege la integridad del sistema, se emiten nuevos bitcoins y se reparten estas nuevas monedas. Para los bancos centrales emitir o no nueva moneda siempre es una decisión política. El nuevo dinero genera inflación, que puede reactivar la economía pero a cambio hace que el dinero que ya estaba en circulación pierda valor y con ello perjudique a los ahorradores. En bitcoin la tasa de creación de monedas es conocida y tendrá un tope: llegará un momento a lo largo de la próxima década en que se llegará a los 21 millones de bitcoins y no habrá más monedas que repartir.
La pizza más cara del mundo
Una vez el proceso de creación y reparto de bitcoins y comprobación de las transacciones está en marcha se mantiene porque hay quien confía en él: exactamente igual que las personas desean tener dólares o el yenes pero no aceptarían cobrar en una moneda de una oscura y remota república dictatorial.
El bitcoin empezó a tener valor cuando alguien aceptó vender un producto tangible (un par de pizzas familiares) a cambio de 10.000 bitcoins. ¿Esa cena salió cara o barata? Antes de esa transacción, el valor de los bitcoins no tenían traslación al mundo real por lo que no había forma de saberlo. Hoy (finales de julio de 2017) esos bitcoins valen más de 23 millones de euros. El valor que tendrán en el futuro es simplemente una especulación sin demasiado fundamento.
Las consecuencias reales que va a tener el bitcoin son simplemente imposibles de prever. Puede que se evapore como una moda pasajera (o como el valor de los tulipanes en Holanda en el siglo XVII), puede que otra criptomoneda ocupe su lugar o puede que dé un vuelco a la economía mundial. Si tiene éxito, las consecuencias sociales de que una moneda imposible de rastrear y por tanto opaca al fisco y a la labor policial –pensemos en su uso para la compra de productos ilegales– solo se pueden plantear desde la ficción. Y, desde este blog preferimos no elucubrar.
Pero, ocurra lo que ocurra con el bitcoin y con las docenas de monedas similares que han surgido al rebufo de su éxito (Ether, Dogecoin, Litllecoin…) sí parece que la tecnología que la hace posible ha llegado para quedarse. Esta tecnología se llama cadena de bloques (blockchain) y por primera vez un sistema permite confirmar cualquier acuerdo sin necesidad de que intervenga un tercero que dé fe. Esto no solo abarca al dinero, sino que puede aplicarse a cualquier contrato: ya no hará falta un notario que certifique que dos partes han llegado a un acuerdo: habrá un sistema técnico que de forma inequívoca avalará que ha sido así. No se podrá falsificar.
Es pronto para saber qué puede provocar este vuelco a la forma en la que gestionamos la confianza. Pero, de una forma u otra no parece descabellado apostar a que tendrá aplicaciones reales en el futuro. Va a ser fascinante ir descubriéndolas. Desde LABORAL Kutxa las analizaremos y aplicaremos siempre en beneficio de nuestra clientela, de nuestra labor social y de nuestro más firme apoyo a las empresas que crean empleo de calidad.
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