Enero: el sacrificio que merece

Enero: el sacrificio que merece

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Enero: el sacrificio que merece

“Salvar a un perro no cambiará el mundo, pero cambiará el mundo de ese perro”“Todos merecemos una segunda oportunidad”, reclama la cuenta de Twitter de la Asociación Txikas de Etxauri, conocida por su incansable labor de ayuda a cientos de perros abandonados y en peligro de ser sacrificados.

Susana Garmendia es una de las fundadoras de la asociación, que inició su andadura en el 2006.

Susana y sus compañeras y compañeros, que ni siquiera se conocían, supieron de la existencia de una perrera pública en el municipio navarro de Etxauri y se interesaron por su día a día. Descubrieron con desolación que, debido al poco espacio del que disponían, semanalmente sacrificaban de media 20 perros. La perrera no podía dar cabida a todos ellos.

Comenzaron a ayudar desinteresadamente. Su primer objetivo fue acabar con el sacrificio de los perros; cosa que lograron varios años más tarde gracias a la ayuda de miles de ciudadanos. De todos modos, reconoce que deben seguir trabajando, porque “en el caso de que bajaran las adopciones, se podría colapsar la perrera”.

Además de acabar con los sacrificios, han logrado que la gestión del centro sea totalmente animalista y que la alimentación de los perros sea equilibrada y de calidad. También han conseguido que los perros salgan todos los días a las campas, aunque siguen yendo en sus ratos libres para estar con los perros, sacarlos a pasear y acariciarlos. Y en 2013, cuando la perrera se inundó, salvaron a docenas de perros de morir ahogados.

Utilizando las redes sociales como canal de difusión, publican fotos de los perros en busca de algún hogar que los adopte o acoja. Y con los donativos de la gente pueden afrontar los gastos veterinarios o los derivados de las guarderías caninas.

Susana relata que han sufrido al ver que hay gente que trata a los perros como a juguetes: “Es duro ver con qué facilidad los abandonan. Es duro querer sacarlos de allí y no tener los recursos necesarios para hacerlo”.

Pero en general, la respuesta a todos estos años de trabajo ha sido gratificante. La aportación de la gente ha sido ejemplar, y han logrado reducir considerablemente el número de perros en la perrera y el número de sacrificios. “Salvar a un perro no cambiará el mundo, pero cambiará el mundo de ese perro”, recalca.

Porque sacrificar tu vida para ayudar a los demás es otra forma de vivir, o de dar vida a los que merecen esa segunda oportunidad.

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