Las reglas de vuestras casas

Las reglas de vuestras casas

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Las reglas de vuestras casas

‘Tu casa, tus reglas’. Éste es el lema de nuestra última campaña de hipotecas. Pocas cosas ofrecen más satisfacción que saber que tú eres ahora quien dice qué está bien o mal entre las cuatro paredes de tu hogar. Por eso, quisimos conocer las reglas de vuestras casas, e incluso hicimos un sorteo para premiar con un peluche gigante a cinco de los participantes.

Hemos recibido tantas y tan buenas ideas que nos daba pena que se perdieran en el mar de comentarios. Así que nos hemos propuesto rescatar las que más nos han gustado. Esta es una selección necesariamente subjetiva y limitada, por eso te recomendamos que leas todas las reglas que nos han propuesto y disfrutes viendo cuáles son para los lectores y lectoras de nuestro blog  las  leyes innegociables de sus propias repúblicas independientes (con permiso de cierta empresa sueca de mobiliario).

Que no falten las gominolas... ¡y cuidado con el hamster!

Patricia por ejemplo, deja claro que lo más importante para ella es ser una anfitriona golosa: «siempre hay bombones y café para ofrecer a los invitados». Rosa opta por otra combinación menos convencional: «Que no falten las gominolas y el orujo casero». Natalia también se preocupa por los que vienen de fuera, aunque no le gusta llamar a eso reglas: «Lo que sí hay son buenas costumbres, como cerveza siempre en la nevera, y la puerta abierta para toda la gente que está a mi lado».

Mario es estricto, pero sus causas son nobles: la eficiencia energética, la seguridad, la limpieza ¡y la salud del hamster!: «1/No entrar en zapatillas de la calle 2/ Apagar las luces si no se está 3/ Cerrar con llave por la noche 4/ No dejar platos en la pila 5/ Lo que gastas, lo repones 6/ No dejar la ventana abierta de la cocina, se nos resfría el hámster y 7/ Bajar la calefacción por las noches». Las normas son aún más importantes en una familia numerosa como la de María del Mar: «1/ Los mayores ayudan a los pequeños, 2/ Cada uno recoge su cuarto 3/ Zapatillas en su sitio 4/ Primero deberes, luego jugar 5/ Pasarlo bien todos juntos», y sobre todo la última: «6/ Dejar a papá y mamá, a veces, irse solos a coger aire».

Ivan opta por una máxima casi filosófica: «Tener ordenado el desorden». Y Beatriz confiesa que no son capaces ni de cumplir la única norma que se han impuesto: «En mi casa hay una regla estricta: el pan se corta con cuchillo ¡Pero no lo cumplimos mucho!». Belinda ha delegado el poder en un recién llegado: «Nuestro pequeño dictador de dos años es quien pone las reglas. ¡Él manda y nosotros obedecemos!». Y mejor no enumeramos los que se quejan de que solo manda su pareja (porque no nos lo creemos mucho).

Las reglas de la convivencia

Las reglas de Ascen nos han llenado de ternura. Nos recuerdan que cuando convivimos con alguien con necesidades distintas, debemos amoldarnos para hacer su vida un poco más feliz: «En mi casa son todo normas y reglas, porque hay un niño con Trastorno del Espectro Autista y ellos viven marcados por rutinas y manías. Por ejemplo, no puede estar una puerta o un cajón abierto. Todo debe estar bien puesto y en su sitio».

Milagros pone el énfasis en la convivencia: «Las reglas de casa son muy básicas. Intentamos escucharnos unos a otros, no encendemos la televisión a la hora de comer para que podamos dialogar en la mesa. Y muy importante, esperar a que todos estén sentados para empezar a comer». Estibaliz va en la misma línea: «Hay que explicar las normas a los demás con amor y sin imposiciones». ¿Y quién hace la comida? «¡El que tenga hambre!» sentencia Ainara.

Esos otros compañeros de piso

Los animales dan para un post completo. Hasier resume varios mensajes que hemos recibido: «Los animales en mi casa son tratados con los mismos derechos que los humanos». Alaitz piensa en la comodidad de su perro: «Caliento una bolsa de agua para dejárselo en la camita de mi perro para que no pase frío». Eneida por ejemplo debe interponerse entre especies para salvaguardar la paz: «Tengo prohibido a la periquita que ataque a mi perra». Y Sara nos recuerda que la convivencia a veces tiene sus sacrificios: «La regla es no llevar ropa negra si no quieres salir como una pordiosera; tengo dos gatos persas blancos y una perrita marrón clara. ¡Hay que pasar la aspiradora dos veces al día!»

En resumen, parece que hay tantas reglas distintas como casas distintas hay. Pero queremos que el colofón de esta entrada sean comentarios que atacan a la línea de flotación de esta propuesta, entonan el Hakuna Matata, y hacen de la ausencia de reglas su bandera, como por ejemplo Irune que dice «en mi casa la regla principal es vivir y dejar vivir». Mirentxu es de la misma opinión: «Todo lo que hay en la casa es para vivirlo y disfrutarlo, así que está permitido y recomendado tumbarse en el sofá y saltar en las camas». Y Javier: «La casa es mía, y hago lo que me da la gana», Rakel, «la casa es para vivirla, no para exponerla» o Iñaki, «la única regla de nuestra casa es que no haya reglas».


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